
Brennan, de 72 años, sustituye al obispo Michael Bransfield, que renunció en septiembre tras una investigación preliminar sobre las acusaciones de mala conducta sexual y financiera.
La semana pasada, Francisco relevó a Bransfield de sus labores sacerdotales y le impidió vivir en la diócesis, además de advertirle que tendrá que pedir disculpas “por parte del daño causado”. Brennan ayudará a decidir el alcance de esas reparaciones.
Tras una nueva oleada de acusaciones por supuestos abusos sexuales en Estados Unidos, el escándalo de Bransfield se suma a la crisis de credibilidad de la jerarquía eclesiástica en el país. Varios de los altos cargos de la institución recibieron regalos personales, valorados en decenas de miles de dólares y pagados con fondos de la Iglesia, de Bransfield durante su etapa en Wheeling-Charleston, que está en uno de los estados más pobres del país.