
Su compañero, el religioso Joaquín Mora, trabajó muchos años a su lado, y a lo largo de más de dos décadas en la sierra vio cómo esta zona, cercana a la frontera con Estados Unidos, fue llenándose de miembros del crimen organizado que plantaban amapola o marihuana.
Los religiosos, de 79 y 80 años respectivamente, eran personas respetadas por todos en esas montañas boscosas en las que realizaban su labor, la cual se vio interrumpida abruptamente el lunes al ser asesinados junto a un laico en la iglesia de la comunidad de Cerocahui.
El presidente Andrés Manuel López Obrador reconoció el miércoles que el atacante ya estaba identificado y que enfrentaba una orden de captura desde 2018 —nunca ejecutada— por el homicidio de un turista estadounidense en esas mismas montañas del estado de Chihuahua, las cuales limitan con los estados de Sinaloa y Sonora.
Campos, nacido en la Ciudad de México y apodado “El Gallo” por lo bien que imitaba a ese animal, y Mora, conocido por el diminutivo de “Morita”, estaban totalmente integrados entre los indígenas tarahumaras (o rarámuris). Hacían labor social, defendían su cultura y promovían servicios básicos y educación.

“Esta guerra si bien es cierto la vamos ganando, hace falta trabajo todavía por realizar”, dijo el ministro de Seguridad, Gustavo Villatoro, al presentar la solicitud para prorrogar por otros 30 días el régimen de excepción.
“La misión que nos están dando los salvadoreños es clara, erradicar a estos terroristas del territorio salvadoreño”, afirmó.
La prórroga se aprobó con los votos de 67 de los 84 diputados del Congreso unicameral.
Villatoro aseguró que la captura de miles de pandilleros que por décadas han tenido sometidos a lo salvadoreños, ha logrado reducir los índices de homicidios, extorsiones, tenencia de armas y drogas.
Organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado reiteradas irregularidades, entre ellas detenciones arbitrarias y violaciones al debido proceso. Además, le han pedido a Bukele que ponga fin al régimen de excepción y revierta las reformas al Código Penal que aprobó el Congreso, argumentando que tales medidas atentan contra los derechos humanos de la población.

La policía de Wiltshire dijo que unas 6.000 personas se habían reunido en el antiguo círculo de piedras en el sur de Inglaterra para ver el amanecer a las 4:49 de la mañana (0349 GMT) de una mañana clara y fresca.
La policía describió el ambiente como “alegre” y dijo que sólo hubo dos detenciones, una por agresión y otra por posesión de drogas.
Era la primera vez que se permitía la entrada de público para el solsticio desde 2019. La salida del sol se emitió en vivo a través de internet en 2020 y 2021 debido a la pandemia del coronavirus.
Una cultura neolítica que adoraba al Sol construyó Stonehenge hace entre 5.000 y 3.500 años en una ventosa llanura en el suroeste de Inglaterra. Los expertos aún debaten sobre su propósito, pero la estructura está alineada de modo que en el solsticio de verano, el sol sale tras la Piedra Heel y los rayos solares se ven canalizados hacia el centro del círculo.

Javier Campos, también conocido como “El Gallo”, de 79 años, llevaba medio siglo en la misión jesuita de esa sierra que en los años 70, cuando no había carreteras, recorría en una moto. Joaquín Mora, un año mayor, lo acompañaba desde hacía más de dos décadas.
Ambos estaban totalmente integrados entre los indígenas tarahumaras (o rarámuris), haciendo labor social, defendiendo su cultura y promoviendo los servicios básicos y la educación.
Eran “figuras de autoridad moral, personas que generaban equilibrios en la comunidad”, dijo el martes por la noche el también jesuita Jorge Atilano durante una misa en la capital del país.
“Eran respetados, su palabra era tomada en cuenta”, subrayó.
Sin embargo, esos equilibrios que durante mucho tiempo lograron que la violencia no les tocara en forma directa, se rompieron el lunes, cuando al intentar socorrer al guía turístico que llegó a la iglesia de la comunidad de Cerocahui huyendo de un sujeto armado, tanto el laico —cuya identidad no se dio a conocer— como los dos religiosos fueron asesinados.
Javier Ávila, más conocido como “Pato”, líder de la comunidad jesuita en la zona y que lleva cinco décadas en la sierra, contó a una radio local de la cual fue uno de los fundadores que el agresor era una persona que estaba “fuera de sí, alcoholizado”.

Hicieron falta semanas de peticiones para que Zelenskyy pudiera dirigirse a las naciones africanas, muchas de las cuales mantienen estrechos lazos con Rusia y no apoyaron la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas que condenaba la invasión este año.
Ucrania y Occidente aspiran a debilitar esos lazos haciendo hincapié en que las acciones rusas son la causa de la dramática escasez de trigo y aceites de cocina, así como de los precios disparados de alimentos y combustibles en el continente africano, donde viven 1.300 millones de personas. El jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrel, describió el lunes como un “crimen de guerra” el bloqueo de Rusia a las exportaciones ucranianas.
“Intentan utilizarles a ustedes y al sufrimiento de la gente para presionar a las democracias que han impuesto sanciones a Rusia”, dijo Zelenskyy ante el organismo continental, cuyos líderes se reunieron hace poco en Rusia con el presidente, Vladimir Putin, y se hicieron eco de la posición de Moscú de que las sanciones occidentales son responsables en parte de la crisis de seguridad alimentaria. Apelaron a otros países para asegurar que no se bloqueaban las exportaciones rusas y ucranianas de grano y fertilizante.
Millones de personas en el Cuerno de África, como Etiopía y Somalia, tienen problemas para conseguir comida o incluso alimentos de ayuda humanitaria en medio de una sequía histórica. The Associated Press fue la primera en reportar sobre cientos de muertes este año sólo en Somalia.