Inédito desde marzo del año pasado, el canario reaparece en la Copa con el PSG después de meses en el ostracismo y de perder siete kilos.
Uno de los grandes miedos que afronta un futbolista a lo largo de su carrera deportiva es dejar de sentirse futbolista. Jesé Rodríguez, uno de los canterano más prometedores de la cantera del Real Madrid en los últimos años, lleva tiempo lidiando con ese temor. Exactamente cuatro años, dos meses y 10 días. Su rodilla derecha crujió el 24 de febrero de 2014 y Jesé nunca volvió a ser Jesé. Su meteórico ascenso a la élite del fútbol se frenó en seco. Un lustro después, el joven que a los 20 años discutía la titularidad de Gareth Bale en Chamartín, tuvo que conformarse con la sensación de volver a sentirse futbolista tras 312 días de ostracismo.
Thomas Touchel, entrenador del Paris Saint-Germain, club del atacante desde el verano de 2016, le introdujo en el campo en el descuento del duelo de Copa ante el Estrasburgo. El momento fue efímero: solo dos minutos. El chico que años atrás soñaba con ganar el Balón de Oro ahora no necesita más. Entrar en una convocatoria, sentarse en el banquillo y volver a pisar el césped después de 10 meses apartado resultan suficiente. "Más vale tarde que nunca", expresó a su vuelta.
Jesé no jugaba desde el 17 de marzo de 2018, cuando disputó sus últimos minutos con el Stoke City, equipo en el que estuvo cedido el curso pasado. Había pasado tanto tiempo que el atacante ni siquiera lo recordaba. Su aventura en la Premier se vio lastrada por la enfermedad de su tercer hijo y una serie de problemas personales que finalmente le obligaron a renunciar al último mes de la temporada para regresar a España.
Desde entonces empezó a trabajar por un propósito: intentar reencontrarse con Jesé. "Son muchos meses entrenando y hay mucho trabajo detrás. Dieta, trabajo extra en casa...", cuentan desde su círculo más íntimo. "¡Imagínate!", responden cuando se les pregunta por cómo se encuentra tras volver a jugar: "Está muy contento. A pesar de que jugó poco, está contento de volver a pisar el césped y tener esas sensaciones".
Jesé fue recibido con una ovación del Parque de los Príncipes. El calor de la hinchada lo entendió como un reconocimiento a la profesionalidad que ha demostrado estos meses. El español no encontró una salida en verano y el PSG le negó un hueco. Prácticamente apartado, le dejaron sin ficha para la Champions League. Él se limitó a seguir trabajando sin dar una sola muestra de abatimiento o indisciplina. Su actitud le hizo ganarse el respeto del vestuario, donde es una figura muy querida por el núcleo hispano, y también de Touchel.
Quiere cambiar de club
"Es un futbolista ejemplar que desde hace tiempo ha demostrado un gran profesionalismo. Es uno de los primeros en llegar a los entrenamientos y con esa actitud positiva y su esfuerzo merece ser tenido en cuenta y jugar algunos minutos", le alabó el técnico. "Su situación con el club es delicada, pero no lo es conmigo. He conocido a algunos futbolistas que en esas circunstancias les cuesta imponerse. Él aporta positivismo al grupo, pese a lo que le ha tocado afrontar siempre se ha mostrado sonriente y eso tiene mucho valor", amplió.
Durante estos meses, Jesé, acompañado en París por cuatro personas de su confianza, ha ido afinando su cuerpo. Tras la lesión de rodilla, optó por reforzar su musculatura como medida de protección. Más tosco, perdió potencia y capacidad de desborde. Reconoce que fue un error. Ahora, tras bajar siete kilos, se encuentra en el peso que tenía cuando irrumpió en el Madrid. "Estoy en mi peso ideal. Yo necesito es estar fino de arriba y con fibra abajo. Así estoy ahora", reconoció hace un mes en una entrevista en el As.
Tras cinco años de caída, de incertidumbre futbolística e inestabilidad personal, Jesé asegura haber recuperado la mente y el físico. A falta de una semana para el cierre del mercado, sigue a la espera de que el PSG le facilite encontrar un club en el que reencontrarse con su fútbol. Este miércoles, tras 312 días apartado, se conformó con volver a sentirlo.