RÍO DE JANEIRO (AP) — En una señal de los nuevos tiempos, el primer partido de fútbol profesional disputado en Sudamérica en casi tres meses se llevó a cabo dentro de un estadio ubicado apenas a unos metros de un hospital temporal para cientos de pacientes de COVID-19
El Flamengo, campeón vigente de la Copa Libertadores, goleó el jueves al modesto equipo Bangu, en un encuentro del campeonato de Río de Janeiro, presenciado por menos de 200 personas en el histórico estadio de Maracaná, con capacidad para 78.000 espectadores.
Más de 47.700 personas han fallecido debido al nuevo coronavirus en Brasil y hay cerca de 1 millón de infectados. El estado de Río de Janeiro suma 8.000 muertes, pero las autoridades estuvieron de acuerdo en permitir que volviera el fútbol esta semana, después de que hubo una mejoría ligera en la cantidad de camas disponibles para cuidados intensivos. Expertos de salud predicen que el pico de contagios en Brasil llegará en agosto.
El uruguayo Giorgian de Arrascaeta abrió el marcador a los 18 minutos, Bruno Henrique amplió la diferencia a los 66 y Pedro Rocha hizo el tercer tanto a los 88. Los tres tantos fueron festejados simplemente con choques de puño.
A unos metros de distancia, en la puerta dos del célebre estadio, un hospital temporal con 400 camas para los pacientes con COVID-19 hacía recordar a los pocos presentes en el recinto por qué varios expertos de salud creen que es muy riesgoso retomar las competencias de fútbol.
Se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la pandemia de coronavirus, antes del puntapié inicial.
Las autoridades futbolísticas de Río no permitieron las entrevistas con los jugadores en la zona mixta después del cotejo, también en acatamiento de las recomendaciones de salud.
No obstante, Jorge Jesus, técnico del Flamengo, habló por videoconferencia.
“Nuestra sociedad tendrá que adaptarse hasta que tengamos una vacuna. Lo que es importante es saber cómo vivir, respetar el virus pero sin tenerle miedo”, dijo el estratega del “Mengão”. “Los equipos de fútbol tienen el privilegio de someterse a pruebas constantes y de trabajar al aire libre. El Flamengo trabaja con seguridad”.
Los jugadores del Flamengo arribaron portando mascarillas y se mostraron entusiasmados por estar de vuelta. Han entrenado durante tres semanas, algunos de esos días en contra de las recomendaciones. Pero algunos de sus seguidores que se juntaron afuera protestaron brincando y coreado con fanáticos de equipos rivales.
Algunos aficionados creen también que es muy riesgoso que regrese el fútbol antes de que Río y Brasil tengan más controlada la propagación del virus.
Esos grupos de hinchas también se manifestaron en contra del presidente Jair Bolsonaro, quien insinuó que podría asistir al encuentro pero no lo hizo. El regreso anticipado del fútbol es un triunfo para el presidente, quien se puso del lado del Flamengo en el cabildeo por la reanudación.
Rodolfo Landim, presidente del popular club, estuvo con Bolsonaro en la capital Brasilia el miércoles, cuando los organizadores del campeonato de Río anunciaron el calendario de partidos.
El presidente de Brasil es uno de los pocos líderes en el mundo que siguen desestimando los riesgos del COVID-19.
Pese a todas las presiones para reanudar el torneo, no hubo transmisión televisiva del partido. Flamengo y la cadena Globo carecen de un contrato para los encuentros del campeonato carioca.
Ello significó que los aficionados sólo podían seguir el encuentro mediante la radio o la internet.
Dos de los principales equipos de Río han rechazado la decisión de iniciar los partidos. El Fluminense y el Botofago llevaron el caso a la corte estatal de deportes, que el jueves rechazó su petición de una demora.
Ambos conjuntos contemplan la posibilidad de presentar recursos ante el tribunal de deportes de Brasil. Ninguna de las dos escuadras entrena por ahora.
El campeonato nacional de Brasil, que debió comenzar en mayo, no tiene fecha para inaugurarse. Los equipos en otras ligas estatales están considerando volver el próximo mes si lo aprueban las autoridades de salud.
En el cotejo del jueves, los directivos de los clubes, el árbitro, sus asistentes, la prensa y otras personas que ingresaron al estadio fueron sometidos a revisiones de salud.
A su arribo, todos los deportistas tuvieron que pasar por una cabina y ser rociados con desinfectante . Autoridades de salud también les tomaron su temperatura.
Todos, menos los jugadores, tuvieron que portar mascarillas en la cancha.
Los suplentes debieron acatar también las recomendaciones de distanciamiento social. Se dejaron asientos vacíos entre los jugadores que ocuparon la banca.
Durante el descanso, cuadrillas de empleados desinfectaron el banquillo una vez más.
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El periodista de la AP, Maurício Savarese, contribuyó con este despacho desde Sao Paulo.
Fuente AP: (https://apnews.com/c2c726606abb39a1575560ffffacaf5c)