Bill Buckner fue elegido al Juego de Estrellas. Se coronó alguna vez campeón de bateo. Jugaba con una energía que resultaba bienvenida en cualquier equipo.
Y sí, era fiable en el fildeo.
Pero un solo error cambió la forma en que se le recuerda.
Buckner, quien cometió una de las pifias más graves en la historia del béisbol, falleció el lunes. Tenía 69 años.
Aquel error llegó en la Serie Mundial de 1986, cuando Buckner inexplicablemente no pudo controlar una roleta de Mookie Wilson a la inicial. La pelota terminó pasándole entre las piernas.
“Merecía algo mejor”, tuiteó Bobby Valentine, quien fue compañero de Buckner en los Dodgers.
Buckner murió tras una larga batalla contra la demencia con cuerpos de Lewy, informó su familia en un comunicado. Este padecimiento causa síntomas semejantes a los del Alzheimer, junto con problemas motores y de otra índole.
El pelotero debutó en las mayores como adolescente, jugó hasta que tenía 40 años y acumuló 2.715 hits en su trayectoria. Pero más que sus logros, lo que ha quedado en la memoria de los fanáticos es aquella desatención en octubre.
Los Medias Rojas de Boston, que no habían ganado una Serie Mundial desde 1918, tenían una ventaja de 5-3 ante los Mets de Nueva York en la parte baja de la décima entrada del sexto juego en el Shea Stadium. Los Mets empataron la pizarra cuando había dos outs y luego Wilson pegó el rodado por la raya de primera. Buckner dejó pasar la pelota, y el error permitió que Ray Knight corriera a home desde la segunda almohadilla, con la carrera de la victoria para Nueva York.
Boston cayó por 8-5 en el séptimo juego, y su sequía de títulos continuó mucho tiempo más, hasta 2004, cuando se coronó al fin en el Clásico de Otoño.
Luego de la infame jugada, Buckner se volvió blanco favorito de las burlas y reproches de los fanáticos en Nueva Inglaterra y más allá. Su error se ha mostrado una y otra vez en antologías de video.
“Uno puede mirar aquella Serie y señalar con el dedo en muchas direcciones”, dijo Buckner hace una década. “Hicimos lo mejor que pudimos para ganar ahí y simplemente no ocurrió. Y yo simplemente no siento que haya tenido tanto” de culpa.
Con el tiempo, pasó algo curioso. Buckner se volvió amigo de Wilson.
“Me entristeció enterarme de la muerte de Bill”, manifestó Wilson en un comunicado. “Habíamos desarrollado una amistad que duró más de 30 años. Me sentí mal por algunas de las cosas por las que él pasó. Bill fue un gran, gran pelotero, cuyo legado no debería definirse por una jugada”.
Pero lo fue. Varios años después, cuando el expelotero apareció como invitado en el programa televisivo “Curb Your Enthusiasm”, el chiste principal involucró a la estrella Larry David, quien lanzó una pelota autografiada por Wilson hacia Buckner, quien la dejó pasar para que se escapara por una ventana.
Y hace falta recordar algo: Si bien Buckner fue cruelmente criticado por el error, muchos señalan que aun si hubiera controlado la esférica, ello no garantizaba que retiraría al veloz Wilson en la inicial.
El lunes, en el Fenway Park, se mostraron videos de la carrera de 22 años de Buckner, antes del duelo entre los Medias Rojas y Cleveland. En el momento en que apareció su foto en la pantalla gigante, los fanáticos guardaron un minuto de silencio, antes de aplaudirlo.
“Pienso que fue grotesca la manera en que se le recordaba”, dijo Blaine Macinnis, de 67 años y fanático de los Medias Rojas, en un palco junto a la línea de la inicial. “Fue una gran injusticia cómo él terminó con esa última jugada. Fue una pena. Así es la vida”.
“Es como cuando muere tu propio padre, no quieres recordar las cosas malas”, indicó.
Buckner fue dado de baja por los Medias Rojas a mediados de 1987 y jugó después con los Angelinos y los Reales. Regresó a Boston para su última temporada, la de 1990, en la que disputó sólo 22 encuentros.
En 2008, Buckner finalmente aceptó una invitación para hacer el primer lanzamiento del juego inaugural de la campaña en el Fenway. En aquel entonces, los Medias Rojas festejaban otro título.
El público lo ovacionó cuando emergió de una puerta a través del Monstruo Verde en el jardín izquierdo. El jugador retirado caminó hacia el montículo e hizo el pitcheo ceremonial a su excompañero Dwight Evans.
Buckner dijo que aquel momento fue “probablemente el más emotivo que haya experimentado”.
“Realmente yo tenía que perdonar”, añadió Buckner ese día. “No a los fanáticos de Boston en sí, sino que tenía que decirlo en mi corazón. Tenía que perdonar a la prensa por lo que hicieron que pasáramos mi familia ay yo. Así que lo he hecho. He dejado eso atrás. Y simplemente me alegra tratar de pensar en lo positivo, en las cosas felices”.
Buckner llegó a las Grandes Ligas con los Dodgers, en 1969, cuando tenía 19 años. Fue campeón de bateo con los Cachorros.
En su carrera, ostentó un promedio de .289 y totalizó más de 100 impulsadas en tres campañas, dos con Boston.
Finalizó con 174 jonrones y 1.208 empujadas, y fue un jardinero veloz que llegó a conseguir alguna vez 31 robos.
Pelotero de la vieja escuela, con un bigote poblado y peculiar, Buckner estaba ansioso por batear. Acumuló 9.397 turnos y jamás se ponchó 40 veces en una campaña. Tampoco recibió más de 40 boletos en un año.
Le sobreviven su esposa Jodi, dos hijas y un hijo.