Fue una de esas noches aciagas en el disparo para Miami, que cayó el jueves 104-93 ante los Nuggets de Denver, en el primer partido de las Finales de la NBA.
“Cuando analizas esto durante los partidos, todos los disparos parecen correctos. No quiero decir que no podemos hacer esos disparos, pero tenemos que llegar más a la cesta”, dijo Jimmy Butler, quien terminó con 13 puntos. “En general, tenemos que atacar más el aro, yo incluido”.
Las estadísticas ilustran la ineficacia: Max Strus erró sus 10 tiros, Duncan Robinson acertó de 6-1. Incluso Caleb Martin, quien había dado una exhibición refulgente en la final de la Conferencia Este, estuvo desatinado.
Embocó de 7-1.
Esto distó de ser una cátedra de disparo por parte del Heat. Acertó una oleada de disparos en el cuarto periodo para mostrar lo que puede hacer y maquillar un poco las cifras (40,6% de disparos de campo atinados).
El equipo tampoco visitó con frecuencia la línea de tiros libres. Intentó dos, convertidos por Haywood Highsmith.
En una liga que no suele perdonar las fallas, varios jugadores del Heat tuvieron problemas para lograr un enceste en tres cuartos. Tal vez había un poco de fatiga después de una final atroz de la Conferencia Este ante los Celtics de Boston.
Quizá fueron los efectos de jugar en la altitud de una milla de Denver. El caso es que Miami no tuvo el desempeño que esperaba desde el perímetro.
A veces los disparos no entran. El Heat avanzó a las Finales por la ineficacia de Boston desde el perímetro en el séptimo duelo de la serie, en que los Celtics encestaron de 42-9.
El jueves en Denver, el Heat recibió una dosis de esa medicina amarga.
Su entrenador Erik Spoelstra considera que las fallas del jueves no son la norma, sino la anomalía de una noche.
“Tenemos también a chicos que se pueden encender. Si aciertas un par, todo se vuelve una avalancha”, explicó. “De un modo u otro tenemos que encontrar la manera de hacer el trabajo”.