SAN DIEGO (AP) — Las expectativas parecen ir aumentando a medida que Tiger Woods envejece.
¿Acaso no debe ser todo lo contrario?
Por supuesto que las expectativas van a ser altas ahora que Woods es el campeón del Masters. El solo verlo con su camiseta roja y el saco verde lo lleva a uno a pensar que es capaz de ganar al menos otros tres torneos de Grand Slam e igualar a Jack Nicklaus.
Por otro lado, está el ejemplo de Japón. Fue allí donde Woods regresó de una pausa de dos meses tras ser operado de la rodilla izquierda y participó en el Zozo Championship. Fue su 82da victoria en la gira de la PGA, con lo que igualó el récord que tuvo Sam Snead por 69 años.
¿Más ejemplos? Está el de Royal Melbourne, donde Woods fue tanto capitán como jugador de la Copa Presidentes, y ganó todos los tres duelos en que participó. Se desempeñó particularmente bien en un campo que requería de precisión.
Ahora regresa a Torrey Pines, donde ha ganado ocho veces, incluyendo el Abierto de Estados Unidos 2008.
Woods llegó allí el martes por la mañana, en medio de un clima nublado y una tenue llovizna. El canal GolfTV, con el que Woods tiene un contrato de promoción, grabó las imágenes de Woods atándose los zapatos en su automóvil y caminando por el estacionamiento.
Su próxima victoria será para romper el récord, y si no es ahora, lo será pronto.
“Simplemente estoy tratando de llegar a 83 ... Realmente no pienso mucho en eso porque tengo tantas otras cosas en que pensar para ganar los torneos”, comentó Woods. “Hay tantos lanzamientos que debo hacer, tanta estrategia sobre cómo recorrer el campo, que estoy más concentrado en eso”.
La salud es importante para Woods, quien cumplió 44 años el mes pasado y ha tenido más operaciones de la espalda (4) que victorias (3) en los últimos cinco años.
Y si bien Woods ha demostrado una tremenda perseverancia tras tantos problemas, tiene una faceta pragmática. Nunca es fácil ganar, a pesar de que en una época él hizo que pareciera así.
Uno de los momentos más emblemáticos fue en ese mismo torneo en 2008. Woods embocó un birdie en el hoyo 18 del South Course de Torrey y empezó con 67. John Wood, quien en ese entonces era el caddie de Hunter Mahan en el grupo previo, se quedó atrás para observarlo y comentó: “Woods acaba de ganar dos torneos en una ronda”. Woods ganó esa semana por ocho golpes, y ese verano ganó el US Open.
Tenía 32 años de edad, cinco meses antes de ser operado de la rodilla izquierda.
Ganar se le está haciendo difícil, principalmente por el paso de los años. Los contrincantes son más jóvenes y mejores. Woods jugará el jueves contra Collin Morikawa, quien ni siquiera había nacido cuando Woods ya contaba con tres victorias en la gira de la PGA.
“Cuando yo era más joven, tenía más días buenos que malos, en cuanto a cómo me sentía”, dice Woods. “Ahora que tengo 44 años, siento que tengo más días malos que buenos. Creo que todos ustedes que tienen esa misma edad o más saben a lo que me refiero. Creo que eso es lo más difícil de ser un atleta de cierta edad. Es algo muy común en el Masters”.