MADRID (AP) — Colgado de un puente de Madrid, la efigie de uno de los futbolistas de raza negra más famoso del mundo se erige como recordatorio del racismo que impera en el fútbol europeo.
Y está en todos lados.
En Italia, en donde se escucharon los cánticos de mono en abril durante la celebración de gol de un jugador de raza negra. En Inglaterra, en donde la hostil afición del norte de Londres lanzó una cascara de plátano que cayó a los pies de un jugador negro tras un penal. En Francia, en donde jugadores de raza negra de la selección fueron objeto de abuso racista en línea tras su derrota en la reciente final de la Copa Mundial.
Pero también existe fuera de Europa.
En Australia, se escucharon sonidos de mono y consignas racistas durante la pasada final de Copa. En Sudamérica, durante la Copa Libertadores, la competencia más importante de la región, se ha visto opacada por los gritos de mono. En el norte de África, en donde jugadores de la África subsahariana se han quejado de gritos racistas por parte de aficionados árabes
Estas manifestaciones son evidencia de un problema social profundo, el racismo ha sido un problema que ha existido por décadas en el fútbol, pero que se vio amplificado por las redes sociales y los crecientes llamamientos a condenarlo. Apenas hace 11 años, Joseph Blatter, en ese entonces presidente de la FIFA, negó que hubiera racismo en el deporte y dijo que los problemas debían resolverse con un apretón de manos.
El jugador de raza negra que ha sido objeto de los más perversos y brutales ataques racistas, es Vinicius Junior, el delantero brasileño del Real Madrid.
Fue una efigie de Vinicius la que colgó desde un puente cerca del recinto de entrenamiento del Madrid en enero. Hace dos semanas, en un incidente clave, Vinicius comenzó a llorar tras confrontar a un seguidor que hizo gestos de mono en su dirección.
Es Vinicius quien ha surgido como la voz más fuerte en la lucha contra el racismo, que continúan manchando el deporte más popular del mundo.
“Tengo un propósito en la vida”, dijo en Twitter. “Y si tengo que sufrir más para que las futuras generaciones no pasen por situaciones parecidas, estoy listo y preparado”.
La mayor preocupación de Vinicius es que las autoridades del fútbol español están haciendo poco para detener el abuso y que llevó a que el abuso racista sea aceptado como parte del fútbol en un país en el que ha jugado desde los 18 años.
En efecto, las federaciones en todo el mundo se han tardado en sancionar a los equipos por el comportamiento racista de sus aficionados a pesar de tener la autorización de la FIFA desde el 2013.
¿Multas? Sí. ¿Cierres parciales de los estadios? Ok, pero, ¿castigos más severos como la deducción de puntos, expulsión de los torneos? Normalmente se reservan solo para malos manejos financieros y no el abuso racista contra los jugadores.
Las campañas contra el racismo y consignas son bienvenidos, pero son vistos sólo como un simbolismo, especialmente debido a que las multas por el abuso racista son simplemente patéticas.
Los expertos creen que indignación global y el apoyo a Vinicius tras el reciente abuso podría llevar a un cambio drástico en la batalla contra el racismo en España. Ciertamente tuvo un impacto en Brasil con protestas frente al consulado de España en Sao Paulo. Además la Liga española busca incrementar su autoridad para sancionar. Hasta el momento los protocolos han sido denunciar los incidentes y enviar la evidencia a los juzgados.
Jacco van Sterkenburg, profesor sobre temas raciales, incluso y comunicación en el fútbol y prensa de la Universidad Erasmus en Rotterdam, dijo que el racismo explícito es más aceptable en la cultura futbolística española y del sur de Europa en comparación con Inglaterra y los Países Bajos, países en los que la prensa y exjugadores han hablado abiertamente sobre el tema.
“Cuando como federación no tomas una postura firme contra esto y no repites el mensaje una y otra vez, volverá a reaparecer”, indicó Sterkenburg.
Mientras que Jermaine Scott, asistente de profesor de historia de la Universidad del Atlántico de Florida, le dijo a AP que aunque el racismo explícito no es un problema actualmente en el deporte estadounidense, el racismo institucional se ve reflejado en la falta de entrenadores y directivos de raza negra, aborígenes y otras personas de minorías. Cree que este racismo institucional también existe en el fútbol europeo.
“Mientras que el fútbol se extiende por el mundo, culturas distintas hicieron suyo el deporte e infundieron valores diferentes, como la creatividad y la innovación. Más importante, la alegría, y algunos dirían que hasta la libertad”, comentó Scott.
“Cuando un jugador como Vini Jr. juega con el clásico estilo afro-brasileño, acompañado de la celebración de samba, trastorna el sistema de valores del fútbol europeo”, añadió.
El fútbol necesita ayuda de fuera para combatir el racismo y lo recibe con las campañas contra la discriminación como Kick it Out en el Reino Unido y LICRA en Francia. La red Fare, un grupo europeo para luchar contra la discriminación en el fútbol, tiene observadores en cubierto en los juegos más importantes en Europa para detectar consignas racistas y símbolos y pancartas extremistas.
Cada vez es más usual que los aficionados reporten incidentes racistas o publicando videos y fotos en redes sociales. Esta evidencia ha sido utilizada por las autoridades para castigar a los perpetradores.
El inconveniente del incremento en el uso de las redes sociales es que se amplifica el abuso racista en comparación con generaciones anteriores, en donde estaba restringido en gran parte a los estadios.
Ahora la gente puede insultar de manera anónima desde su teléfono dirigiéndose directamente a los mejores futbolistas en Instagram o Twitter.
Un excampeón mundial que jugó en España y vivió racismo similar a Vinicius reconoció que es vital incrementar la educación e imponer castigos más severos para eliminar el racismo.
“El racismo es parte, es algo a lo que la gente está acostumbrada. Es algo que se pasa de generación a generación”, comentó el jugador que prefirió no ser nombrado debido a que no tiene autorización a dar entrevistas por su actual empleador.
“Ni siquiera podemos decir que es algo que mejorará con el tiempo, porque fue lo mismo hace décadas y nada ha cambiado”, añadió.
Douglas reportó desde Sundsvall, Suecia.