mun8041MADRID (AP) — El gobierno del presidente brasileño Jair Bolsonaro estudia hacer grandes cambios en el consejo que supervisa la política medioambiental en Brasil, sustituyendo a un amplio comité de expertos independientes por un pequeño grupo de cargos políticos, según documentos a los que tuvo acceso The Associated Press.

Varios activistas expresaron su temor a que la iniciativa, que refleja el escepticismo que suele expresar Bolsonaro sobre las organizaciones medioambientales, suponga más deforestación y menos supervisión en el país donde se encuentra el 60% de la selva amazónica, que los científicos consideran crucial para los esfuerzos de detener el calentamiento global y los sistema climáticos del planeta.


Los planes elaborados por el equipo de transición de Bolsonaro antes de que asumiera el cargo el 1 de enero proponen un decreto que crearía un “consejo gubernamental” que sustituya al Consejo Nacional del Medioambiente, que tiene casi 100 miembros, incluidos representantes de grupos empresarias y ambientalistas. El nuevo ente estaría formado por cinco personas designadas por el presidente y el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, que es uno de los autores del plan.

AP tuvo acceso a los documentos, publicados antes por el grupo ecologista Observatorio Brasileño del Clima, y verificó su autenticidad.

El Ministerio de Medio Ambiente no respondió a una petición de comentarios.

Parte del plan de transición ya se ha aplicado. El servicio forestal del país, que pretende fomentar el “conocimiento, el uso sostenible y la expansión de la cobertura forestal” fue traspasado al Ministerio de Agricultura el segundo día de Bolsonaro en el cargo. Ese mismo día, el Ministerio de Agricultura recibió poderes para determinar los límites de los territorios indígenas, algo que antes dependía de la agencia oficial brasileña de derechos de los indígenas.

Como congresista y candidato, Bolsonaro cuestionó con frecuencia la realidad del cambio climático y describió a los grupos ambientalistas como entrometidos con influencia extranjera que coartaban el crecimiento económico del país al limitar la minería y la agricultura. Son posturas similares a las del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que antes de asumir el cargo describió a la Agencia Medioambiental de Estados Unidos como una “desgracia” que debería desmantelarse en su mayor parte.

Los autores del plan de transición de Bolsonaro afirmaron que el Consejo Medioambiental actual, conocido como CONAMA, es un organismo “confuso” que “actúa de forma emocional, sin la técnica debida, sujeto a interferencia ideológica”.


En otro documento del equipo de transición, el abogado Antonio Fernando Pinheiro Pedro alega que las decisiones de CONAMA han provocado “la emisión de normas y estándares alejados de la realidad”.

En una entrevista poco después de su victoria electoral, Bolsonaro se quejó de que en ocasiones se tarda una década en conseguir una licencia medioambiental. “Eso no continuará”, dijo entonces.

Aunque las autoridades aún no han propuesto oficialmente el consejo más pequeño, ya hay una creciente tensión en torno al CONAMA. El pasado 20 de marzo, los guardas de seguridad impidieron a miembros suplentes del consejo sumarse a la reunión principal en Brasilia, rompiendo una larga tradición de debate abierto en el consejo.

Carlos Rittl, secretario ejecutivo del Observatorio Brasileño para el Clima, que incluye a varios grupos sin fines de lucro, dijo creer que la caótica reunión de marzo fue “más prueba de que el plan (de un consejo más pequeño) en efecto se está aplicando”.

“La deforestación cerró 2018 al alza. Está creciendo en 2019, pero no hemos oído ni una palabra al ministro sobre eso. Le hemos oído hablar sobre limitar el acceso a la sociedad civil para que no podamos tener una conversación justa”, dijo Rittl.

El exministro de Medio Ambiente Rubens Ricupero especuló con que el nuevo gobierno ha retrasado la creación del conejo debido a la indignación pública por el colapso en enero de una presa minera cerca de la ciudad de Brumadinho, en el que murieron al menos 223 personas y 70 siguen desparecidas.

El jefe de gabinete de Bolsonaro sugirió cerrar el Ministerio de Medio Ambiente durante la campaña, señaló Ricupero, indicando que el poderoso sector agrícola teme que esa decisión pueda afectar al comercio y la ha frenado.

“Entonces Brumadinho nos mostró que el problema no es una atención excesiva en las licencias medioambientales, sino su ausencia”, dijo Ricupero.

Las esperanzas de que Bolsonaro entablara un diálogo con ambientalistas no se han hecho realidad, señaló.

El mandatario defendió hace poco su visión del medio ambiente en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, indicando que Brasil “es el país que más preserva el medio ambiente” y que “los que nos critican en realidad tienen mucho que aprender de nosotros”.

El plan de Bolsonaro también plantea cerrar la agencia federal que supervisa las zonas de conservación como parques nacionales y reservas biológicas, y que impone multas por infracciones medioambientales en esos espacios. Muchas de esas sanciones nunca se pagan, pero varios líderes de la industria agrícola brasileña llevan años quejándose de ellas.

Pinheiro Pedro, el abogado del equipo de transición, escribió que la agencia debería integrarse en el Instituto de Medio Ambiente, que aplica otras leyes medioambientales y aspira a fomentar el uso sostenible de los recursos naturales. El letrado dijo que ambas tienen “el mismo objetivo” y que agilizar la gobernanza medioambiental es clave para “evitar interferencias internacionales”.

Rittl, del Observatorio Brasileño del Clima, dijo creer que ese cambio reduciría la supervisión en zonas clave al diluir la atención de los reguladores.

Los ambientalistas también señalaron a las expresiones empleadas en los documentos de transición, aunque los términos están en línea con las declaraciones de Bolsonaro.

El plan dice que las ONG que participan en las conversaciones sobre cambio climático son “organismos incontrolables” que deben ser detenidos para que el sistema quede “más cerca del control ministerial”. También argumenta que la gobernanza medioambiental de Brasil está diseñada para dar empleos a nombramientos políticos, lo que describe como “un riesgo para la soberanía nacional”.

El plan de transición muestra que los “peores temores” sobre la presidencia de Bolsonaro “empiezan a hacerse realidad”, afirmó Emilio Bruna, ecologista tropical especializado en la Amazonia con sede en la Universidad de Florida.

“A los científicos no solo les preocupa que el gobierno no esté creando nuevas protegidas, sino también la degradación de las protecciones existentes en el bosque húmedo”, afirmó. “Ya había una cultura de impunidad, ahora se está viendo reforzada”.

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