JERUSALÉN (AP) — Israel se encontraba el martes en un dilema político sin precedente luego que el Parlamento avanzó en una legislación para disolverse como parte de un álgido enfrentamiento que podría llevar a nuevas elecciones.
La elección del mes pasado parecía garantizarle un nuevo mandato al primer ministro, Benjamin Netanyahu. Pero una sorpresiva crisis con su antiguo aliado ahora convertido en rival Avigdor Lieberman empujó a la nación a un impasse político inédito.
Netanyahu tiene hasta el miércoles en la noche para presentar una coalición o de lo contrario el presidente, un cargo fundamentalmente ceremonial, puede encargar la formación de gobierno a otro. Netanyahu no tiene intención de dejar que eso pase y preferiría que se celebrasen nuevos comicios.
Con el respaldo de Netanyahu, la primera de tres mociones necesarias para disolver al Knéset (Parlamento) fue aprobada con 66 votos a favor y 44 en contra, y se fijó el 17 de septiembre como fecha tentativa para unas elecciones.
Lo más probable es que las negociaciones continúan hasta el último momento. Pero si no se logra ningún acuerdo, los israelíes tendrán que ir a las urnas por segunda vez este año, algo que nunca ha ocurrido.
Si bien el partido Likud de Netanyahu aumentó su presencia parlamentaria a 35 escaños en las elecciones del 9 de abril, no llega a las 61 bancas necesarias a menos que cuente con el respaldo del partido de Lieberman, Yisrael Beiteinu (“Israel es Nuestro Hogar”).
El Likud en días recientes ha acusado a Lieberman de violar la voluntad popular a favor de un gobierno de derecha, y de actuar en base a su animosidad personal hacia Netanyahu. El mismo primer ministro ha acusado a Lieberman de arrastrar al país a una “costosa e innecesaria” elección, y los partidarios han prometido hacer todo lo posible para ganarse los votos de los partidarios de Lieberman.
Pero el conflictivo Lieberman parece inflexible.
“La única motivación que guía a Yisrael Beiteinu es defender nuestros principios y nuestros compromisos”, escribió Lieberman en Facebook. “No estamos buscando derrocar a Netanyahu y no estamos buscando otro candidato, pero no vamos a ceder”.
La crisis al parecer se centra en la insistencia de Lieberman de dejar que siga su curso la ley que obligaría a los judíos ultraortodoxos servir en el ejército como lo hacen todos los demás hombres israelíes.