Los peces reproductores viajan por más de 150 kilómetros hasta Pongo. En el lugar se realiza la fecundación artificial que dará vida a una nueva generación de truchas que retornará al lago.
Hace 30 años la temperatura del agua en el lago Titicaca llegaba a un máximo de 16 grados centígrados; hoy pasa los 17 grados debido al cambio climático. Esto ha tenido un impacto en la reproducción de truchas en el Centro Piscícola de Tiquina y ha llevado a que las truchas reproductoras hagan un singular viaje de más de 150 kilómetros.
El destino de las truchas es Pongo, en donde desde 2017 se fecunda artificialmente a la siguiente generación de truchas que hará el viaje de regreso para crecer en el lago navegable más alto del mundo.
“El incremento de la temperatura está influenciando la producción. El 2017 de las ovas que hemos extraído acá (en el centro de Tiquina) se tuvo muy poca fecundidad, entonces hemos visto que era necesario trasladar a nuestros reproductores a Pongo, donde la temperatura del agua es óptima para la reproducción”, explica el responsable de la cuenca del altiplano del IPD-PACU, Rolando Irahola Frías.
La Institución Pública Desconcentrada de Pesca y Acuicultura IPD-PACU, dependiente del Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras, está a cargo del Centro Piscícola de Tiquina que se especializa en la investigación, reproducción artificial, producción de trucha arco iris, trucha dorada y actualmente incursiona en la producción de pejerrey.
Al igual que en Tiquina, la institución cuenta con un el Centro Piscícola en Pongo. En esta localidad el agua de los afluentes es de deshielo y su temperatura oscila entre ocho a 12 grados, lo que la convierte en un ambiente óptimo para una reproducción exitosa.
Un travesía de reproducción
Entre noviembre y diciembre del 2018 las truchas reproductoras del Centro de Tiquina, que tienen tres y cuatro años, fueron transportadas hasta Pongo.
El traslado se hace en recintos especiales. Durante el trayecto varios tanques de oxígeno permiten que el agua mantenga las características óptimas para la supervivencia de los especímenes.
Desde marzo se hará la fecundación artificial de las ovas en el laboratorio. De esta forma se obtendrán los alevinos (crías recién nacidas de peces).
De regreso al Titicaca
Cuando los alevinos pesen alrededor de tres gramos serán trasladados nuevamente al centro de Tiquina y pasarán por un periodo de adaptación a la temperatura del agua del lago.
Retornarán al Titicaca, como el 2017, porque si bien la temperatura del lago navegable más alto del mundo no es adecuada para la reproducción, lo es para su desarrollo y crecimiento.
“Los alevinos son muy delicados y requieren mucho cuidado, hay que protegerlos del sol y la radiación porque puede atacarles la enfermedad punto blanco y hasta pueden quedar ciegos”, explica Florentino Mamani Mamani, que trabaja en el centro hace 23 años y, como todo el equipo, se capacitó con la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA).
El 2018 se alcanzó una producción de alrededor de 630 mil alevinos, según indica Irahola. La mitad se comercializó en las comunidades circundantes del lago Titicaca, a las iniciativas que trabajan en lagunas de altura en Potosí y Sucre, así como a la Gobernación de La Paz.
El resto se desarrollan para convertirse en carne de pescado. Cuando las truchas llegan a pesar 300 gramos, después de diez a 11 meses, se disponen para la venta.
Dependiendo de la época del año, los compradores de truchas vivas son los comunarios de las islas flotantes de Copacabana y Pongo, además de las comunidades circundantes al lago.
Del mismo modo se destina la carne de pescado al subsidio de lactancia. Como la producción es escalonada, el Centro Piscícola de Tiquina es capaz de abastecer el mercado casi todo el año.
80 toneladas para el 2019
Durante la gestión 2017 el centro obtuvo 18 toneladas de carne de pescado, el 2018 fueron 35. La meta es llegar a las 100 toneladas para el 2020, según información IPD-PACU.
Para lograr esta cantidad se implementará un centro de reproducción en la localidad de Peñas.
En este momento, el Centro de Tiquina tiene una cantidad de truchas que representan seis toneladas listas para la venta.
La razón por la que no las han vendido es por la competencia desleal. Según Irahola, la trucha que come la mayoría de los bolivianos es peruana; estima que diariamente llegan a El Alto entre 12 a 15 toneladas desde Desaguadero, por lo que se necesita un mayor control fronterizo.
No obstante, destaca que su consumo se está incrementando paulatinamente. En Bolivia cada persona consume dos kilogramos de pescado por año, cuando lo ideal es que se consuma unos 12 kilogramos, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Para este año, el Centro Piscícola de Tiquina cuenta con 248 mil truchas que representarán 80 toneladas de carne de pescado destinadas a la venta. El costo del kilogramo de trucha es de 30 bolivianos (entera), 38 (sin vísceras) y 70 bolivianos (filete).
Para Irahola, la reproducción de la trucha está utilizando conocimientos y tecnologías capaces de incrementar la producción de carne de pescado, pero sobre todo muestra la capacidad de adaptación a los efectos del cambio climático.
30 años del Centro Piscícola de Tiquina
El Centro Piscícola de Tiquina se inauguró en 1988. Su construcción y equipamiento estuvieron a cargo de la Agencia de Cooperación Japonesa (JICA), que firmó un acuerdo de Cooperación Financiera no Reembolsable dos años antes.
Entre 1991 y 1998 implementó un proyecto de cooperación técnica denominado Centro de Desarrollo Piscícola de Enseñanza Técnica en Tiquina y Pongo, se capacitó a casi todo el personal que hoy continúa trabajando en ambos lugares.