RÍO DE JANEIRO (AP) — Un fangoso torrente de residuos de minería provocado por el colapso de una presa en el sureste de Brasil, que contiene una elevada concentración de óxido de hierro, avanzaba hacia un pequeño río y amenazaba con contaminar uno más grande que abastece agua potable a comunidades en cinco de los 26 estados del país. La tragedia causó al menos 84 muertos y cientos de desaparecidos.
El lodo ya tiñó de marrón las normalmente verdosas aguas del río Parapoeba a unos 18 kilómetros (11 millas) de Brumadinho, donde ocurrió el derrumbe.
El jefe de una comunidad indígena dijo el martes que agentes medioambientales brasileños les advirtieron que dejen de pescar en el río, de bañarse en sus aguas y de utilizarlo para regar los cultivos de los que se alimentan.
El Parapoeba desemboca en el Río Sao Francisco, que proporciona agua potable y de riego a cientos de municipalidades y ciudades grandes como Petrolina, en el estado de Pernambuco, a 1.400 kilómetros (870 millas) de Brumadinho, que está en Minas Gerais.
Mientras los familiares entierran a las primeras víctimas y los rescatistas buscan a los 276 desaparecidos, las autoridades brasileñas y las empresas encargadas de la gestión del agua del río intentan averiguar cómo evitar la contaminación.
Su atención se centrada en el complejo de la presa hidroeléctrica de Retiro Baixo, a unos 300 kilómetros (186 millas) del lugar del accidente. Funcionarios y ambientalistas esperan poder utilizar las reservas de la instalación para aislar el lodo de manera que el agua quede limpia antes de seguir hacia el Sao Francisco.
“Muchas comunidades y ciudades en diferentes estados dependen de ese río para vivir”, dijo Carlos Rittl, director de la ONG brasileña Observatorio del Clima.
Se espera que la “ola” de agua y residuos fangosos llegue a la presa entre el 5 y el 10 de febrero, según la Agencia Nacional de Aguas. Investigadores del Servicio Geológico del país están monitoreando la velocidad a la que se mueve el rastro de desperdicios de la mina, por lo que la estimación podría cambiar.
Técnicos de Furnas, la empresa que opera la presa de Retiro Baixo, están controlando también la masa que avanza hacia la instalación y su densidad y concluyeron que no supone un riesgo estructural para la infraestructura, según explicó la empresa en un comunicado.
El lodo de color rojizo se mueve a cerca de un kilómetro por hora (0,6 mph) y destruye la vegetación y la vida acuática a su paso, según el Servicio Geológico.
La riada se desató el viernes cuando la presa que contenía los residuos de la mina de hierro de la empresa brasileña Vale SA se vino abajo. Las autoridades advirtieron el martes que se espera que la cifra de víctimas mortales aumente considerablemente ya desde el sábado no se rescata a nadie con vida.
En la comunidad indígena de Pataxco, próxima al río Paraopeba, podían verse peces muertos y restos como sandalias de plástico en la orilla.
“Usamos el río para bañarnos, pescar, para tomar agua para nuestras plantas y ahora no podemos hacer nada de eso”, dijo Hayo, que emplea solo un nombre. “Ni siquiera podemos regar nuestras plantas porque ellos dicen que daña la tierra”.
Vale explicó en un comunicado que está buscando vías contener la propagación del vertido y que planeaba instalar una barrera de tela para retener los residuos allí donde el río alcanza la ciudad de Para de Minas, a unos 40 kms (25 millas) de Brumadinho. La compañía también podría levantar diques cerca de la mina afectada para evitar que los sedimentos se muevan.
Entre los contratados para inmovilizar los residuos hay expertos que ya ayudaron a la empresa en un accidente similar en 2015 que causó 19 muertos.
La contaminación en los ríos donde se vierten residuos mineros, que contienen altos niveles de partículas finas de hierro y otros metales pesados, puede durar años o décadas, señaló Joao Paulo Machado Torres, un profesor que dirige el programa de biofísica ambiental de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Machado Torres analizó el agua del río contaminado por un fallo en otra presa de Vale en 2015, que dejó a 250.000 personas sin agua potable y mató miles de peces.
Los esfuerzos para limpiar los daños medioambientales causados por ese incidente siguen en marcha, y Machado Torres dijo que reparar los causados por el accidente del viernes supondrá “un gran esfuerzo para recuperar cualquier tipo de vida”.