CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El hombre y su hija de poco menos de 2 años yacen ahogados boca abajo en la orilla del Río Bravo. La camisa negra del hombre está subida a la altura de su pecho y la menor está metida dentro de la prenda. El brazo de la niña está estirado por detrás del cuello de su padre, lo que indica que se aferró a él hasta el último minuto.
La desgarradora escena, capturada el lunes en una fotografía por la periodista Julia Le Duc y publicada por el periódico mexicano La Jornada, pone de manifiesto los peligros que enfrentan los migrantes, en su mayoría centroamericanos, que escapan de la violencia y pobreza de sus comunidades con la esperanza de llegar a Estados Unidos y solicitar asilo.
Según el reportaje de Le Duc en La Jornada, Óscar Alberto Martínez Ramírez, frustrado porque su familia originaria de El Salvador no pudo presentarse ante las autoridades estadounidenses y solicitar asilo, nadó a través del río el domingo con Valeria, su hija.
La puso en la orilla estadounidense del río y comenzó a regresar por su esposa, Tania Vanessa Ávalos, pero al ver cómo se alejaba su padre, la niña se lanzó al agua. Martínez regresó y logró tomar a Valeria, pero ambos fueron arrastrados por la corriente.
Los hechos están basados en lo que Ávalos le contó a la policía en el lugar “entre lágrimas” y “gritos”, según relató Le Duc a The Associated Press.
Los detalles del incidente fueron confirmados el martes por un funcionario del gobierno del estado de Tamaulipas, quien habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado para hablar del tema públicamente, y por la madre de Martínez en El Salvador, Rosa Ramírez, quien habló con su nuera por teléfono después del hecho.
“Cuando la niña se le zafó es cuando él trató de alcanzarla, pero cuando él trato de agarrar a la niña fue cuando se metió más adentro para salvarla... fue cuando ya no pudo salir”, dijo Ramírez a la AP. “Él se la metió en su camisa y me imagino que él dijo: ‘Hasta aquí llegué’, y decidió irse con ella”.
Desde el abrasador desierto de Sonora hasta el caudaloso Río Bravo, la frontera de 3.145 kilómetros (2.000 millas) entre México y Estados Unidos es, a veces, un cruce mortal entre los puertos de entrada. El año pasado se registró un total de 283 migrantes muertos; hasta ahora no se han revelado los números de este año.
Apenas el domingo, dos bebés, un infante y una mujer fueron encontrados muertos, vencidos por el sofocante calor. En otra parte, tres niños y un adulto de Honduras murieron en abril luego de que su balsa se volcara en el río Bravo; y una niña de 6 años de la India fue encontrada muerta a principios de junio en Arizona, en donde las temperaturas comúnmente superan los 37 grados Celsius (100° Fahrenheit).
La búsqueda de Martínez y su hija se suspendió el domingo por falta de luz, y sus cadáveres fueron descubiertos al día siguiente cerca de Matamoros, México, limítrofe con Brownsville, Texas, a varios metros (yardas) de donde intentaron cruzar y a sólo 1 kilómetro (media milla) del puente internacional.
Funcionarios de inmigración y protección civil de Tamaulipas han visitado los albergues desde hace unas semanas para advertir de los peligros de cruzar el río, que se dice está crecido por el agua liberada de las presas de riego. En la superficie, el río Bravo parece tranquilo, pero fuertes corrientes corren debajo.
Ramírez dijo que su hijo y su familia salieron de El Salvador el 3 de abril y pasaron unos dos meses en un albergue en Tapachula, cerca de la frontera de México con Guatemala.
“Yo les rogué que no se fueran, pero él quería juntar dinero para hacer su casa”, dijo Ramírez. “Esperaban estar unos años y ahorrar dinero para la casa”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador dijo que trabajaba para asistir a la familia, incluida Ávalos, quien estaba en un albergue para migrantes en la frontera después de los ahogamientos. Se prevé que los cuerpos sean llevados el jueves por avión a El Salvador.
La fotografía evoca la imagen de 2015 de un niño sirio de 3 años que se ahogó en el mar Mediterráneo cerca de Turquía, aunque falta por ver si tendrá el mismo impacto en atraer la atención internacional a la migración a Estados Unidos.
“Muy lamentable que esto pase”, dijo el martes el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador en respuesta a una pregunta relacionada con la foto. “Siempre lo hemos condenado, de cómo por mayor rechazo en Estados Unidos hay gente que pierde la vida en el desierto o cruzando el Río Bravo”.
De momento no hubo comentario de la Casa Blanca.
Estados Unidos redujo drásticamente el número de migrantes a los que permite solicitar asilo, pasando de decenas al día a sólo un puñado en algunos puertos de entrada.
El funcionario de Tamaulipas dijo que la familia llegó a Matamoros la mañana del domingo y se dirigió al consulado de Estados Unidos para intentar obtener una fecha para solicitar asilo. La madre tiene 21 años y el padre tenía 25, añadió.
Sin embargo, ahí y en otras partes a lo largo de la frontera la espera es larga: La semana pasada, el director de un albergue dijo que sólo se llevaban a cabo a la semana entre 40 y 45 entrevistas para asilo en Matamoros cuando hay entre 800 y 1.700 nombres en la lista de espera.
No es claro qué sucedió con la familia en el consulado, pero horas después tomaron la decisión de cruzar. El funcionario de Tamaulipas dijo que padre e hija partieron de un pequeño parque que colinda con el río. Funcionarios de protección civil llegaron al lugar del incidente a las 7 de la noche del domingo y después se llevaron a la esposa al albergue.
“Me llamó mucho la atención el brazo de la niña sobre su papá”, dijo Le Duc al describir la escena que vio cuando llegó al lugar. “Este caso en particular me pone, nos puso sensibles, por las circunstancias, por el padre abrazado de su hija en ese último aliento los dos ahogados, cómo se fueron juntos a la muerte”.
“Es una imagen horripilante”, dijo de la fotografía Maureen Meyer, especialista en inmigración en la Oficina de Washington sobre Latinoamérica, que defiende los derechos humanos en la región. “Y creo que expresa claramente los riesgos reales de estos programas de Estados Unidos que, o regresan a la gente a México para solicitar asilo o, en este caso, limitan cuántas personas pueden entrar a Estados Unidos todos los días”.
Estados Unidos también ha expandido su programa bajo el cual las personas en busca de asilo esperan en México mientras sus casos son procesados en las cortes estadounidenses, una espera que puede demorar meses e incluso años.
Esta semana, la ciudad de Nuevo Laredo, en Tamaulipas, el mismo estado en donde se ubica Matamoros, dijo que a partir del viernes comenzará a recibir a los regresados.
Muchos albergues migrantes están saturados en el lado mexicano, y los cárteles de narcotráfico tienen control de gran parte de Tamaulipas, y se ha sabido que secuestran y asesinan a los migrantes.
Mientras tanto, México intensifica sus medidas contra la inmigración y gran parte de la estrategia está en disminuir el flujo en el sur del país.
“Con medidas y restricciones más severas, podríamos ver más medidas desesperadas de la gente que intenta entrar a México o Estados Unidos”, señaló Cris Ramón, analista de política inmigratoria en el centro de estudios Bipartisan Policy Center de Washington.