
Es un disco familiar —por supuesto, hay banjos— con una instrumentación folk reconocible al instante, reforzada por una voz imponente. En ese sentido, se desvía ligeramente de su último trabajo, "Delta" de 2018, con sus interludios electrónicos. En cambio, "Rushmere" abraza directamente la herencia folk de la banda.
Para crear "Rushmere", Mumford & Sons contrató al productor Dave Cobb y grabó en Nashville, Tennessee; Savannah, Georgia; y en el estudio de Mumford en Devon, Reino Unido. Es a la vez un regreso a casa y un ejercicio de ambición. El tema inicial, "Malibu", comienza con percusión sordina y rasgueos de guitarra acústica, lo que plantea la pregunta: ¿Será este un disco tranquilo e introspectivo?
Entra la voz de Marcus Mumford, luego el piano, luego las armonías vocales superpuestas, luego el banjo. La textura de la canción se enriquece cada vez más, y la pregunta se responde sola. Este es el M&S que impulsa el ritmo y el movimiento de los pies que impulsó la popularidad de la banda, desde su debut de 2009, "Sigh No More", hasta los años siguientes.
"Todavía tengo miedo/de haber dicho demasiado/o no lo suficiente", canta Mumford. Marca la pauta de un álbum que aborda temas de peso como la verdad, la hipocresía y la mentira, a la vez que se nutre de las raíces folk de la banda. Abundan las alusiones al cristianismo, pero Mumford no se detiene demasiado en las metáforas. En cambio, estas canciones son refrescantemente transparentes.
Tomemos como ejemplo "Rushmere", el segundo sencillo del álbum y la canción que le da nombre. La canción es pura nostalgia, llamada así por el estanque londinense donde la banda solía pasar el rato en sus inicios e imaginaba cómo sería su futuro.
"¿No extrañas/La falta de aliento/La mirada salvaje?", canta Mumford, reflexionando con la sabiduría que da la edad. "Vuelve a casa tarde, con la luz de la mañana".
Pero el álbum no es solo una banda que intenta reinventar la rueda. El bajo blues y la guitarra eléctrica hacen de "Truth" la canción más rockera del álbum, y destaca aún más porque sigue a la balada "Monochrome".
"Carry On", la canción de despedida del disco, tiene quizás la letra más intensa y los temas religiosos más evidentes, equilibrados por guitarras vibrantes y una percusión suave. Mumford confronta la doctrina eclesiástica del "pecado original" con su potencial de hipocresía.
“Preferiré esta oscuridad/sobre cualquier luz que proyectes/tú y todo tu pecado original”, canta. “Sigue adelante/porque no hay maldad en los ojos de un niño”.
A lo largo de 10 temas, “Rushmere” se siente corto pero completo, un contraste satisfactorio y un regreso bienvenido para los fanáticos de la banda y para cualquiera que esté abierto a su existencialismo folklórico.
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Por MIKE CATALINI
(Glassnote Record via AP)