NUEVA YORK (AP) — La marquesina reciente de un multicine no deja tranquilo a Martin Scorsese. Doce pantallas y 11 de ellas exhibían la misma película: “Avengers: Endgame”.
“No es justo”, dijo el cineasta. “Tenemos que resistirnos a esta práctica de abrumar al mercado con el taquillazo. La película regular está siendo desplazada. Tiene que irse para algún lado. ¿Sabes por qué? Hay gente que va a seguir haciéndola”.
Scorsese, de 76 años, continúa haciéndola, aunque su más reciente filme tiene muy poco de “regular”. “Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan Story By Martin Scorsese” es un feroz documental semi-ficticio que sigue las crónicas de la mítica gira de Dylan de 1975-1976 y su inconexa procesión por Estados Unidos tras la Guerra de Vietnam. Scorsese inserta personajes ficticios para amplificar el folklore y acoger el propio ilusionismo de Dylan; “Rolling Thunder Revue” expone alegremente la leyenda.
El filme, que se estrenó el miércoles en Netflix y salas selectas de cine, incluye videos restaurados de las presentaciones de la gira, escenas del circo entre bambalinas (la mayoría filmadas para la película de cuatro horas dirigida por Dylan y escrita por Sam Shepard “Renaldo and Clara”, de 1978) y entrevistas contemporáneas con muchos de los participantes, incluida Joan Baez y, en su primera entrevista ante las cámaras en una década, Dylan.
Puede sentirse que fue hace eones. El propio Dylan dice que Rolling Thunder fue hace tanto tiempo que él “ni siquiera había nacido”. Pero para Scorsese, la cinta trata ampliamente sobre lo que queda de ese espectáculo desenvuelto, cuando Dylan lideró una caravana de músicos, artistas y poetas (entre ellos Allen Ginsberg, Ramblin’ Jack Elliott, Joni Mitchell, Bob Neuwirth) por una tormenta nacional. Con la cara pintada de blanco y los ojos flameantes, el músico ofreció interpretaciones feroces de “A Hard Rain’s A-Gonna Fall”, “Isis”, Hurricane” y “When I Paint My Masterpiece”.
¿Qué queda de ese momento musical? “Cenizas”, declara Dylan decididamente en la película. Ginsberg, en un discurso al final de la gira capturado por el cantautor, ofrece un contrapunto que Scorsese favorece. El poeta implora que la gente los tome “como un ejemplo” y “salga y triunfe por su propia eternidad”. Scorsese quedó tan conmovido con las palabras de Ginsberg que las usó el año pasado en su discurso de graduación de la escuela secundaria de su hija.
“Quisimos decir: ¿Qué sobrevive de estas cenizas?”, dijo Scorsese en una entrevista telefónica. “Ese espíritu tiene que ser recordado y tiene que ser revivido, especialmente en el clima de hoy alrededor del mundo. No es suficiente decir que el mundo cambia y eso no significa nada. Tiene una atemporalidad”.
Scorsese ha estado pensando últimamente en lo que perdura culturalmente. El cine con el que creció y que realiza, ha dicho, se ha ido víctima de la dominancia del blockbuster. Scorsese tuvo que trabajar incansablemente para poder hacer su última cinta, la apasionada épica religiosa “Silence”. Ha pasado una década, apunta, desde que un gran estudio financió uno de sus filmes. (Paramount sólo distribuyó “Silence”).
“Veo esto y digo: espera un minuto. ¿Qué tal si me quedan otros 20 años, dónde conseguiré financiamiento? No será de los estudios. Ellos necesitan el taquillazo. Yo no los hago”, dijo Scorsese. “Uno tiene un tiempo limitado en la vida. Yo necesito hacer estas películas. Simplemente necesito hacerlas. Entonces, ¿a dónde voy?”
“Rolling Thunder” es la primera obra de Scorsese para Netflix, que este año también estrenará su muy anticipada épica de la mafia “The Irishman”. Netflix fue la única dispuesta a financiar el filme de 125 millones de dólares (un costo que se ha incrementado desde entonces) sobre las reflexiones de un exsocio y sicario de Jimmy Hoffa.
“Nadie más lo hizo, nadie más”, dijo Scorsese. “Decidimos hacerla con el entendimiento de que quizás jamás se exhiba en los cines. Nos dijeron, ‘Vas a tener un periodo en los cines’, unas pocas semanas o lo que sea. Y dije, bien. La idea era hacer la película”.
“Tiene mucho que ver con la perspectiva de tener de 76 años, para mí, para De Niro, Pacino, Pesci”, agregó. “Era algo que tenía que hacerse”.
Desde “Italianamerican” de 1974, su retrato de sus padres, Scorsese ha alternado con frecuencia entre películas de ficción y documentales. “Espero que una informe a la otra”, explicó. Considera las cintas musicales tan importantes como las narrativas. Esas comenzaron, por supuesto, con “The Last Waltz” de 1978, el clásico filme sobre la despedida de The Band. Dylan apareció en ella, como también en el documental de Scorsese más directo sobre el músico “No Direction Home”, de 2005.
Aunque Scorsese conocía poco a Dylan cuando hizo “The Last Waltz”, no se reunió con él ni para “No Direction Home” ni para “Rolling Thunder Revue”. Ambas producciones llegaron a través del equipo de Dylan, que realizó las entrevistas vistas en “Rolling Thunder”.
El manager de Dylan desde hace años, Jeff Rosen, le mostró a Scorsese videos de la gira justo después de “No Direction Home”. El director respondió de inmediato al poder de las imágenes y aceptó hacer el documental. “Es como el flautista de Hamelin”, dijo. “Sigo al músico, al poeta”.
Y aunque Scorsese y Dylan son contemporáneos que comenzaron en los 60 en Nueva York, a menudo han sido como barcos que se cruzan en la noche.
“Yo no era un hippy. Me gustaba la idea. Yo estaba en NYU en aquel entonces o en Washington Square College en 1961. Iba al edificio en la calle Greene. Al otro lado de la calle había un lugar llamado Gerde’s Folk City y un tipo de nombre Bob Dylan tocaba ahí. Yo pasaba de largo. No entraba. Estábamos haciendo cine”.