VenezueladespideCARACAS (AP) — Mientras el mundo de las artes llora la partida del maestro del arte cinético Carlos Cruz-Diez, en su país natal muchas de sus obras urbanas se están desintegrando. Y pese a los elogios de funcionarios que incluyen al mandatario Nicolás Maduro, no se prevén homenajes para uno de los artistas plásticos más universales de Venezuela.
 
La muerte de Cruz-Diez el 27 de julio en París generó gran consternación entre sus compatriotas, pero las reacciones en el país no han pasado de redes sociales.
 
“El Pueblo venezolano y en especial el mundo del arte y la cultura, lamentamos la partida física del maestro del color y la cinética, Carlos Cruz-Diez. Nos dejas un hermoso legado que embellece ciudades de Venezuela y del mundo. ¡Siempre estarás entre nosotros, maestro!”, tuiteó Maduro, a lo que algunos reaccionaron acusando al gobierno de no cuidar las obras del maestro que están bajo responsabilidad del estado.
 
Hasta la fecha las autoridades no han anunciado ningún acto de homenaje _ ni siquiera un minuto de silencio, como le dedicó el equipo de béisbol de los Marlins en Miami mientras exhibía en una gran pantalla su fotografía, al tiempo que el prestigioso Centro Pompidou en Francia lamentaba “con tristeza... la desaparición de una figura importante del arte cinético”.
 
Muchos asocian la apatía a la peor crisis de la historia reciente que ha azotado al país suramericano, de la que no escapa el arte.
 
Recostadas sobre la base de una estatua de broce del humanista venezolano Andrés Bello, ubicada al oeste de la céntrica Plaza Venezuela, dos jóvenes delgadas de tez clara y cabello lacio negro hasta los hombros contemplan silenciosas el pasar de los escasos transeúntes por un lugar que hace menos de una década vibraba de vitalidad por las centenares de personas que solían visitar las obras de arte de la plaza y la gigantesca fuente que ahora permanece apagada.
 
En medio de la desoladora escena una de las jóvenes abandona su cómoda postura y se levanta para ver detrás de la estatua la “Fisicromía Cóncavo-Convexa”, una de las emblemáticas obras urbanas de Cruz-Diez inaugurada 1982, que hoy luce escarapelada y con algunas de sus baldosas partidas, sus trozos esparcidos por el suelo.
 
“La destrucción de esa obra es un reflejo del país. Así está todo”, afirmó Anais Colina, una estudiante de arte de 21 años, mientras contemplaba las partes devastadas de la obra conformada por dos paredes semicirculares de 3,6 metros de alto en las que el artistas dispuso series de colores a partir de varillas de aluminio, negro, blanco y tricromo, y baldosas de cerámica. “Como venezolana me da pena que así honremos a Cruz-Diez”, agregó.
 
No es la primera vez que esta obra enfrenta problemas. En el 2008 la estructura fue sometida a un proceso de restauración promovido por el Centro de Arte La Estancia de la corporación estatal Petróleos de Venezuela S.A.
 
Otra de las obras urbanas del artista que se encuentra en situación de abandono es el “Muro de Color Aditivo” de 1975, que bordea parte del margen izquierdo del río capitalino Guaire en el este de la ciudad y que ha sido invadido por la maleza e intervenido con grafitis.
 
El arte público siempre está expuesto al desgaste que implica estar al aire libre y depende en gran medida de los materiales que emplee el artista, pero en el caso de Venezuela se hace evidente el descuido de parte de las autoridades para mantener no sólo la obra de Cruz-Diez, sino de otras figuras relevantes y hasta de los museos, afirmó la curadora y académica María Luz Cárdenas.
 
“Aquí tenemos 20 años prácticamente de desmantelamiento institucional, cultural, social y económico”, indicó Cárdenas al reconocer que el arte público no se cuida en el país porque “no se tiene la conciencia de que son bienes de primera necesidad espiritual”.
 
Pero los rigores del ambiente y el abandono no son los únicos que han atentado contra algunas de las obras Cruz-Diez. En el 2005 fue demolida, por decisión de un alcalde oficialista de la población costera de La Guaira, la “Inducción Cromática por Cambio de Frecuencia”, un imponente mural que por más de una década embelleció la pared perimetral del puerto de esa localidad y que fue reemplazado por una reja.
 
Al condenar la acción el artista dijo a un medio local que “son imponderables de un país como el nuestro”, y recordó que fue un regalo que hizo para solucionar un problema urbano que los habitantes de La Guaira aceptaron con afecto, pero que “otros que no eran pueblo la demolieron”.
 
El deterioro de algunas obras urbanas de Cruz-Diez fue reconocido por el ministro de Cultura, Ernesto Villegas, quien en declaraciones a The Associated Press indicó que el gobierno espera atender las necesidades de mantenimiento, conservación y restauración de esas y muchas otras obras de destacados artistas e infraestructuras de valor histórico con el programa estatal Misión Venezuela Bella, pero no especificó cuándo se iniciarían esas labores.
 
Al hablar del legado del artista, que en los últimos años fue abierto crítico del gobierno, Villegas lo identificó como parte del “patrimonio cultura”, y dijo que la “genialidad artística” de Cruz-Diez “cohesiona, enorgullece y nutre la identidad de nuestro pueblo, más allá de las diferencias políticas”.
 
Respecto a los actos de homenaje, el ministro indicó que se instruyó a la Fundación Museos Nacionales, el Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio y otros entes regionales para adelantar jornadas infantiles “Pinta como Cruz-Diez”, tal como se ha hecho con otros reconocidos artistas locales e internacionales.
 
Ante el deterioro que enfrentan algunas obras de arte público, en el mundo cultural local ha surgido la inquietud sobre el riesgo de que esas piezas no logren sobrevivir para las generaciones futuras.
 
El curador y gerente de la sala privada de arte TAC Trasnocho Arte Contacto, Yuri Liscano, admitió que el riesgo está latente, pero destacó que en el país hay un personal muy capacitado que tiene trayectoria en el campo de la manipulación y la conservación.
 
“Quisiera que en unos años eso (la obra de Cruz-Diez) estuviera allí todavía para que la puedan ver mis hijos”, dijo Colina al confesar que temía que la obra del maestro del cinetismo no logre sobrevivir en el tiempo.

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