NUEVA YORK (AP) — La degradación de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba bajo la presidencia de Donald Trump ha empezado a empañar la cooperación científica y médica bilateral en todo tipo de áreas, desde el tratamiento de enfermedades infecciosas a la preservación de arrecifes de coral.
Un programa de becas en biomedicina ha quedado paralizado. Viajes que hicieron enfermeras cubanas para compartir sus conocimientos pediátricos en universidades de Georgia o Maryland han quedado suspendidos. Una cubana especialista en biología marina que solía visitar Estados Unidos a menudo ya no lo hace porque es casi imposible obtener la visa.
Las sanciones económicas de Estados Unidos no se enfocan en la ciencia y los viajes académicos y profesionales de ciudadanos estadounidenses a la isla son aún posibles sin tener que pedir permiso al Departamento del Tesoro estadounidense. Sin embargo, científicos de ambos países aseguran que el ambiente de incertidumbre existente en el ámbito de la cooperación genera menos viajes a Cuba y algunos proyectos ya se han visto afectados.
Tres jóvenes cubanos que fueron seleccionados en 2018 por la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia con el objetivo de estudiar en el ámbito de la biomedicina en Estados Unidos deben quedarse en Cuba debido a la dificultad de viajar. La mayoría del personal de la embajada estadounidense en La Habana abandonó la isla tras unos misteriosos incidentes que supuestamente afectaron la salud de sus diplomáticos. Julia MacKenzie, directora de Asuntos Internacionales de la asociación, asegura que es demasiado complicado llevar a los tres estudiantes a Estados Unidos porque deben viajar a un tercer país para solicitar una visa de entrada a Estados Unidos.
El grupo Medical Education Cooperation With Cuba, o MEDICC, una organización con sede en California que promueve la colaboración en salud entre Estados Unidos y Cuba, tiene el mismo problema.
El grupo solía patrocinar a científicos cubanos interesados en compartir sus conocimientos en Estados Unidos, como por ejemplo, a un grupo de oftalmólogos cubanos que fueron a Chicago o a cuatro enfermeras del Hospital Pediátrico William Soler en La Habana que una vez viajaron a universidades estadounidenses para enseñar y aprender sobre el cuidado de niños con problemas congénitos del corazón.
“Ya no podemos hacer eso”, aseguró Gail Reed, directora de cooperación de MEDICC y directora ejecutiva del MEDICC Review, una revista científica que publica investigaciones cubanas y de países en desarrollo.
Académicos cubanos denunciaron la semana pasada que Estados Unidos negó visas a más de 200 profesores e investigadores para acudir al congreso anual de la Asociación de Estudios Latinoamericanos que se celebró en Boston este mes. Los académicos dijeron que sólo se permitió viajar a 24 personas al congreso, que representa una de las reuniones académicas sobre asuntos latinoamericanos más concurridas del hemisferio.
La asociación aseguró que no se reunirá más en Estados Unidos en un futuro cercano debido en parte a los obstáculos que académicos extranjeros tienen para viajar allí. También acusó a la administración Trump de mantener una actitud hostil hacia los inmigrantes.
Estados Unidos impuso a inicios de la década de 1960 un embargo comercial a Cuba. Sin embargo, el expresidente estadounidense Barack Obama inició una relación más abierta con la isla en 2014. Mayor flexibilidad en las normas bajo el gobierno de Obama resultó en un alto número de viajes culturales y académicos por parte de estadounidenses a la isla.
Hasta que la administración de Trump revertió todo.
Washington anunció recientemente un nuevo límite a la cantidad de dinero que las familias en Estados Unidos pueden enviar a sus parientes en Cuba. El gobierno de Trump también ha aprobado una nueva política que permite demandas contra empresas extranjeras que operan en propiedades que Cuba confiscó a estadounidenses tras la revolución de 1959.
Siguiendo esa pauta, algunos piensan que Trump podría revertir la orden ejecutiva de Obama que permite que medicinas y productos biotecnológicos cubanos avancen por el sistema de la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense bajo una licencia general, sin necesidad de solicitar una licencia específica del Departamento del Tesoro. A otros, como a Reed, les preocupa que la política de Trump desanime a inversionistas estadounidenses y los aleje de apostar por negocios con biotecnología cubana.
Un portavoz del Departamento de Estado estadounidense no respondió la solicitud de comentarios por parte de The Associated Press.
Patricia González, directora del Centro de Investigaciones Marinas de la Universidad de La Habana, nota los claramente los obstáculos. Aseguró que solía viajar a menudo a Estados Unidos para participar en reuniones y visitar laboratorios, pero ahora ya no puede.
“La cantidad de visas científicas que están otorgando es prácticamente mínima, es nada comparado con tiempos anteriores donde era muy difícil que se negara una visa académica”, señaló.
González también dijo que algunos científicos estadounidenses temen viajar a Cuba por si reciben represalias de algún tipo por parte de su país. Las dificultades de viajar en ambas direcciones, dijo, hacen “un daño tremendo a la relación académica”.
Trabajar en conjunto es necesario para cuidar organismos marinos como los tiburones o el pez espada, que ahora está en peligro de extinción, ya que éstos son animales que se trasladan constantemente de una costa a otra, dijo González. Colaborar regionalmente también es necesario para hacer frente al cambio climático y los desastres naturales.
“¿Qué pasa si hay un derrame de petróleo en el Golfo de México? ¿Cómo en conjunto vamos a enfrentar el problema? Y eso es una amenaza que existe”, indicó la científica.
Algunos proyectos, como las investigaciones que se hacen en Nueva York con una vacuna contra el cáncer de pulmón desarrollada en Cuba, siguen adelante. Y algunos científicos tratan de ser optimistas. “Hemos sido capaces de sortear las olas de las relaciones políticas (entre ambos países) y esperamos ser capaces de seguir haciendo eso”, dijo Dan Whittle, director del Environmental Defense Fund, una organización con sede en Nueva York que ha trabajado en conservación marina con universidades, centros de investigación y el gobierno cubano durante 19 años.
“La ciencia y el medio ambiente transcienden la política”, agregó.