NUEVA YORK (AP) — El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha convertido en un tema recurrente en sus mítines las acusaciones de que hay médicos que ejecutan bebés nacidos con vida tras intentos fallidos de aborto.
Sus afirmaciones, que pretenden desprestigiar a los demócratas, han sido adoptadas por muchos activistas contrarios al aborto y tachadas de falsedades maliciosas por parte de muchos profesionales médicos. Lo que está claro es que está simplificando en exceso una cuestión de gran complejidad. Ya es un delito matar bebés, pero no necesariamente está penado el renunciar a intervenciones médicas sofisticadas en casos en los que anomalías fetales graves dejan a un recién nacido sin oportunidad de sobrevivir.
A continuación, un vistazo a sus comentarios, presentados de forma similar en distintos eventos, y la realidad sobre el tema.
TRUMP: “Los demócratas están presionando de forma agresiva en abortos tardíos, permitiendo que se arranque a los niños del vientre de su madre hasta justo antes de nacer. El bebé nace y se lo envuelve muy bonito y entonces se habla con la madre sobre la posible ejecución del bebé”, dijo el miércoles en un mitin en Panama City Beach, Florida.
LOS HECHOS: Datos federales sugieren que muy pocos bebés nacen con vida como resultado de un aborto fallido. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades registraron 143 muertes entre 2003 y 2014 de bebés nacidos con vida durante intentos de aborto.
Políticos y activistas antiabortistas han presionado este año para introducir leyes estatales y federales que impongan sanciones penales a los médicos que no presten asistencia a los bebés nacidos con vida tras un aborto fallido. Las organizaciones que representan a ginecólogos y obstetras dicen que las leyes existentes ya protegen a todos los recién nacidos sanos, tanto si han nacido durante un aborto fallido como si no.
“Nunca haríamos nada para acelerar de forma activa el fallecimiento del bebé”, dijo la doctora Cara Heuser, especialista en medicina maternofetal en Salt Lake City.
Ella y otros médicos señalan que los comentarios de Trump y de activistas contrarios al aborto no reflejan las angustiosas circunstancias que rodean a la mayoría de los abortos realizados al final del embarazo. Según los CDC, solo el 1,3% de los abortos se realiza tras las 21 semanas, y en esos casos suelen implicar o bien graves anomalías fetales o problemas que ponen en peligro a la madre.
Cuando las anomalías son tan graves que un recién nacido moriría poco después del nacimiento, una familia puede optar por lo que se conoce como cuidados paliativos. Esto puede implicar envolver al recién nacido en una manta y permitir que muera de forma natural sin intervención médica.
“El estándar médico es dar cuidados paliativos, no intervenciones médicas fútiles, cuando el bebé tiene un diagnóstico terminal sin posibilidad de sobrevivir”, dijo la doctora Diane Horvath, ginecóloga y obstetra de Baltimore. “Esta es una decisión profundamente personal y permite a las familias seguir sus creencias y tradiciones religiosas”.
Horvath es miembro de Médicos por la Salud Reproductiva y directora médica de Whole Woman’s Health, que gestiona clínicas que realizan abortos en varios estados.
Cheryl Sullinger, de Operation Rescue, una organización contraria al aborto, argumentó hace poco en un comentario en internet que la falta de intervención médica en esas circunstancias podría considerarse criminal.
“Si los abortistas no prestan atención médica a bebés prematuros que sobreviven abortos, su intención es que el bebé muera, aunque él o ella pudiera haberse salvado con un poco de asistencia médica”, escribió. “Esto es en la práctica matar al bebé con un crimen de omisión”.
Sin embargo, Heuser dijo que en esos casos los médicos suelen determinar que la intervención médica es fútil a largo plazo y de hecho prolongaría el dolor de un recién nacido.
“No se ignora al bebé: los cuidados paliativos incluyen cosas como alimento, oxígeno, medicación para el dolor y contacto piel con piel”, explicó. “El objetivo de todo el mundo es que el recién nacido esté lo más cómodo posible, respetar el tiempo que tiene la familia con su hijo y evitar intervenciones que causarían sufrimiento adicional sin cambiar el resultado”.
La situación legal en esos casos varía de estado a estado. En algunos casos se prohíbe el aborto en las últimas etapas del embarazo a las mujeres cuya salud no corre peligro, incluso en casos de graves anomalías fetales.
“Se obligaría a esas mujeres a gestar a término un bebé que saben que va a morir”, dijo Heuser, que citó casos en los que mujeres con dinero suficiente han viajado a otros estados con leyes menos estrictas.
En los últimos años, activistas antiabortistas han citado a menudo el caso de un médico de Filadelfia, Kermit Gosnell, dentro de un esfuerzo por estigmatizar a proveedores de aborto en todo el país. Los activistas defensores del derecho al aborto afirman que el caso de Gosnell demuestra su argumento de que las leyes actuales son adecuadas. Gosnell realizaba abortos muy al final del embarazo y después rompía la columna vertebral de los bebés que nacían vivos. En 2013 fue condenado por asesinato y sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.