WASHINGTON (AP) — El presidente Donald Trump llegará en las próximas horas con un mensaje de unidad nacional y recuperación a los sitios de las masacres en El Paso, Texas y Dayton, Ohio, pero su discurso ante un país dividido se contrapone con su propia retórica incendiaria antiinmigrante similar a la de uno de los agresores.
Es un dilema inusual para un presidente estadounidense, que intenta consolar a una población y una nación en medio de señalamientos de que él mismo ha contribuido a un clima generador de violencia.
Funcionarios de la Casa Blanca dijeron que las visitas de Trump a Texas y Ohio, donde murieron 31 personas y decenas resultaron heridas, serán similares a las que realizó anteriormente a sitios de masacres como Parkland, Florida, y Las Vegas. El presidente y la primera dama realizarán un homenaje a los socorristas y se reunirán con sobrevivientes y familiares de las víctimas.
“Quiere ir a estas poblaciones y compartir el luto, orar con ellas y ofrecer condolencias”, dijo el vocero de la Casa Blanca, Hogan Gidley, el martes. Trump también quiere “mantener una conversación” acerca de cómo prevenir episodios similares en el futuro, añadió.
“Podemos hacer algo con impacto para impedir que esto vuelva a suceder si nos unimos”, dijo el vocero.
Es una tarea difícil para un presidente que prospera con las divisiones y que, según sus colaboradores, considera la discordia y el malestar en torno a los cambios culturales, económicos y demográficos como la clave de su reelección.