
En el extenso estacionamiento de la universidad Cal State Los Ángeles se instalaron unas 40 carpas blancas. Varias decenas de autos ya estaban haciendo fila con personas sentadas en su interior desde media hora antes de la apertura a las 9 a.m.
El centro está en el este de Los Ángeles, una zona con gran número de latinos. Su objetivo es vacunar hasta 6.000 personas por día. Otro sitio similar se abrió en Oakland.
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La tormenta que inhabilitó las redes eléctricas y paralizó las actividades en las llanuras del sur dejó fuertes nevadas y lluvias gélidas desde Nueva Inglaterra hasta el sureste de Estados Unidos, donde provocó temperaturas extremadamente bajas. Se emitieron alertas por factor de congelamiento desde México hasta Canadá.
En total, se han reportado 20 muertos en Estados Unidos. Entre algunas de las causas de fallecimiento había accidentes de tránsito y envenenamiento por monóxido de carbono. El clima también afectó las tareas de vacunación contra el COVID-19 en el país. El gobierno del presidente Joe Biden señaló que es posible que se registren demoras en el traslado y entrega de vacunas.
El condado de Brunswick, en Carolina del Norte, no puso atención suficiente al clima peligroso y no se emitió una alerta de tornado hasta que la tormenta ya había tocado suelo.

El tornado, que según las autoridades dejó al menos 10 heridos, se produjo el martes por la mañana justo después de la medianoche, en el condado suroriental de Brunswick, cerca de Grissetown, en la Ocean Ridge Plantation Community. El meteoro destruyó casas, dejó a a miles de personas sin electricidad al derribar tendidos eléctricos y rompió árboles por la mitad, según medios.
“Es algo que no habíamos visto nunca. Mucha destrucción. Va a ser un largo proceso de recuperación”, dijo el jefe de policía de Brunswick, John Ingram, en una conferencia de prensa el martes por la mañana.
Había gente atrapada en viviendas, indicó la agencia de Gestión de Emergencias del Condado de Brunswick. Ingram dijo que se estaba buscando a las personas desaparecidas y que la operación se redoblaría de día. Pidió a la gente que evitara la zona mientras los equipos trabajaban para despejar las calles y buscar víctimas.
Entre tanto, casi 4 millones de viviendas y negocios seguían sin electricidad el martes por la mañana en Texas, donde las temperaturas bajaron de los -12 grados Celsius (10 grados Fahrenheit). Más de 250.000 personas se quedaron sin luz en zonas de los Apalaches y otro cuarto de millón se quedó sin electricidad tras una tormenta de hielo en el noroeste de Oregon, según poweroutage.us, que monitorea reportes de cortes de suministro.
En Houston murieron una mujer y una niña en una casa que se había quedado sin electricidad, por una supuesta intoxicación con monóxido de carbono procedente de un auto encendido en un garaje adosado, según la policía.

La Marina informó que ninguno de los tres tripulantes había desarrollado síntomas, y que ellos y otras personas que estuvieron expuestas se encuentran aisladas en el portaaviones, que está realizando operaciones en el océano Pacífico. Los marineros dieron positivo el domingo.
En un comunicado, la Marina señaló que está “siguiendo una agresiva estrategia de mitigación”, que incluye el uso de mascarillas, distanciamiento social y medidas de higiene adecuadas.
“La Flota del Pacífico de Estados Unidos está comprometida a tomar todas las medidas posibles para proteger la salud de nuestro personal”, señaló la flota en el comunicado.
El brote registrado el año pasado en el portaaviones es el más grande que la Marina haya tenido hasta la fecha, con más de 1.000 marinos infectados. Un tripulante falleció. Eventualmente, los 4.800 miembros de la tripulación fueron enviados de manera escalonada a tierra firme en Guam para que estuvieran en cuarentena, lo que permitió conservar a suficientes marinos en el barco para mantenerlo seguro y funcionando.
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Después de que Trump incitara un asalto mortal al Capitolio federal el mes pasado, el partido consideró apartar al rebelde expresidente. Pero al final, solo siete de los 50 senadores republicanos votaron el sábado a favor de condenar a Trump en su histórico segundo juicio político.
Para los leales a Trump, la absolución es una especie de reivindicación, y una reconexión con la combativa base de seguidores del exmandatario. Y para los que se oponen a Trump supone un alarmante indicio de que el partido está avanzando más en una peligrosa dirección, poco interesado en reconectar con los votantes a los que alejó Trump: moderados, mujeres y graduados universitarios.
En definitiva, la resolución del juicio político deja sobre la mesa las divisiones en el partido republicano que tendrán que gestionar los líderes, donantes y votantes en sus esfuerzos para retomar el control del Congreso en las elecciones de media legislatura el año que viene y para recuperar la Casa Blanca en 2024.
Esa tensión quedó al descubierto nada más concluir la votación. Tras respaldar la absolución de Trump, el líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, republicano por Kentucky, hizo un discurso que recogía los mismos argumentos reiterados por los demócratas que pedían la condena de Trump.
El expresidente, dijo McConnell, fue “responsable práctica y moralmente de provocar los sucesos” que llevaron a la insurrección. Pero alegó que la Constitución no permitía que el Senado condenara a Trump ahora que ha dejado el cargo, un argumento que han defendido muchos republicanos.