Con público en las gradas pese a que México está registrando sus mayores niveles diarios de muertes y contagios de coronavirus, el puerto de Mazatlán albergará a partir del domingo y hasta el 6 de febrero la 63ra edición de la Serie del Caribe.
Cinco de los seis países participantes tienen definidos ya a los equipos que los representarán en el certamen. La excepción es el propio país anfitrión, que no ha coronado todavía al campeón de la Liga Mexicana del Pacífico.
La serie entre los Naranjeros de Hermosillo y los Tomateros de Culiacán podría extenderse al máximo de siete juegos. De ser así, concluiría el sábado, un día antes del comienzo del clásico caribeño.
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John Mara, copropietario de los Giants de Nueva York, podría estar hablando en nombre de todos lo involucrados en el reservado mundo de las finanzas de la NFL al señalar que las pérdidas de ingresos de su equipo a causa de la pandemia de coronavirus ha sido considerable pero no devastadora.
Lo mejor en esta temporada de COVID-19 podría no ser algo mensurable: El valor de terminar a tiempo en Tampa con un Super Bowl entre Tampa Bay y Kansas City el 7 de febrero.
“Sacaron todos los partidos”, dijo Marc Ganis, cofundador del grupo de asesoría Sportscorp, con sede en Chicago, y confidente de muchos dueños de equipos de la NFL. “Los sacaron todos a tiempo, dentro del periodo de 17 semanas. Eso es enorme.
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