LA HABANA (AP) — En medio de una crisis económica y algunos indicios de desabasto en los meses pasados, el gobierno cubano lanzó el martes una ofensiva para disminuir las importaciones que lastran su presupuesto y buscará fomentar la producción nacional en sectores emergentes como el turismo.
Altos funcionarios además desestimaron que el aumento salarial anunciado la semana pasada cause un temido proceso inflacionario y aseguraron que se dispondrán mecanismos para limitar a las “mulas” que traen productos del extranjero, sobre todo de Panamá y México, y que causan la fuga del país de millones de dólares --unos 2.000 según estimados no oficiales en productos que van desde ropa a electrodomésticos--.
El presidente Miguel Díaz-Canel encabezó el martes un programa televisivo para detallar un paquete de medidas con el objetivo de potenciar la economía de la isla, mismo que arrancó el viernes con un incremento de sueldos para unas 2,5 millones de personas del sector presupuestado (educación, salud, justica, entre otros) y con el cual el salario medio pasó al equivalente de unos 22 a 44 dólares.
Según el ministro de Economía, Alejandro Gil Fernández, quien acompañó a Díaz-Canel, se hará un recuento de la producción de alimentos nacionales, se controlarán todas las importaciones para evitar comprar del exterior cualquier cosa que pueda conseguirse en la isla y se revisarán los gastos para dejar sólo los imprescindibles.
Gil Fernández dijo además que se perseguirá el robo de combustible por parte de empleados estatales mediante el uso de tarjetas magnéticas --a donde se deposita gasolina para la gigantesca flota de autos estatales-- y la colocación de GPS, pues los portadores energéticos constituyen la principal factura externa de la isla.
También se darán facilidades a productores nacionales que provean a exportadores o a los servicios turísticos, e incluso se estudia la aplicación de criptomoneda.
Igualmente el ministro expresó que se permitirá que las empresas que superen sus exportaciones retengan divisas para reinvertirlas a su criterio.
Tanto Díaz-Canel como su ministro reiteraron el objetivo de lograr la sustitución de importaciones de alimentos en particular y de productos en general, un proceso difícil para una isla que tiene una infraestructura descapitalizada y no logra atraer suficiente inversión extranjera.
Gil Fernández atajó las especulaciones sobre una inflación tras el anuncio del incremento de salarios para los empleados públicos e indicó que, al prestar estos servicios que no tienen costos para el usuario --los cubanos no pagan por la salud o la educación--, el aumento no se traspasará a los consumidores mediante un incremento de precios, aunque destacó que deberá incrementarse la oferta de bienes a la población para que ese dinero sea gastado.
La crisis económica se hizo más palpable en Cuba en los meses pasados con un desabasto intermitente de productos como pollo, arroz, artículos para el aseo, y aceite. Sin embargo, en las últimas semanas las filas para las compras han disminuido y las autoridades esperan que el país no caiga en un nuevo “Periodo Especial” similar a la de los años 90.
Cuba sufre actualmente las consecuencias de las dificultades de sus aliados económicos como Brasil --cuyo nuevo gobierno recortó la colaboración--, o Venezuela, así como del recrudecimiento de las sanciones de Estados Unidos después de que el presidente Donald Trump aseguró que espera lograr un cambio en el modelo de la isla mediante la asfixia económica.
“El enemigo (la administración en Washington y grupos de interés afines) nos quería castigar con un duro verano, lleno de malas noticias”, expresó Díaz-Canel. “Nosotros hemos ratificado que ni hemos renunciado ni renunciaremos a que nuestra economía, pequeña y asediada en estos 60 años de la revolución, sea próspera y sostenible, ese es un empeño, ese es un compromiso”.