franciaUna campaña de manipulación de la extrema derecha sobre el pacto de la ONU sobre migraciones agita las redes de la protesta francesa
 
Europa reabre la guerra migratoria en vísperas de la firma del Pacto Mundial de la ONU
 
¿Por qué la extrema derecha alemana de Pegida se manifiesta ahora con chalecos amarillos? ¿Por qué los nacionalistas flamencos del N-VA acaban de provocar una crisis de Gobierno en Bélgica? ¿Por qué en las páginas de Facebook de los chalecos amarillos franceses circula un llamamiento al ejército para que detenga a Macron?Respuesta común a las tres preguntas: por la campaña de intoxicación sobre el Pacto de Marrakech.
 
En esta localidad marroquí debe firmarse hoy el Pacto Mundial para las migraciones seguras, ordenadas y reguladas. Un documento de Naciones Unidas lleno de buenas intenciones que no obliga en nada a los gobiernos del mundo... pero que, de bulo en bulo, se ha convertido en una imposición de la ONU que "prevé la llegada de 480 millones de inmigrantes para destruir Europa".
 
La cita circula en las páginas de los 'chalecos amarillos' franceses. Como la petición de arresto del presidente de la República porque "va a vender Francia a la ONU".Las llamadas a la movilización para impedir que Macron vaya a Marrakech a firmar el pacto son ciertas. Le Monde, Libération y France Info las han recogido. Los argumentos son una manipulación descarada en la que participa toda la extrema derecha del mundo.Por eso, el sábado Marine Le Pen estaba en Bélgica con el N-VA y Steve Bannon.
 
La líder ultra francesa se ha sumado con entusiasmo a la campaña de denuncia contra el texto de la ONU. El rechazo a la inmigración siempre ha sido uno de los vectores del Frente (hoy Reunión) Nacional.
 
De su partido y de grupúsculos de extrema derecha franceses han partido tres llamamientos a "actuar antes del 10 de diciembre".El texto de la ONU es un documento de 41 páginas nacido tras la ola migratoria de 2015 en Europa.
Dice expresamente que la política migratoria es competencia soberana de los Estados y que el documento no tiene ningún carácter obligatorio para los firmantes.Es una declaración simbólica que no impone ninguna obligación de acogida.
 
ParisUn texto políticamente correcto que dice que las migraciones son un fenómeno inevitable, que tiene aspectos positivos y que pide a los medios que no proyecten una imagen negativa.El presidente de EEUU ya anunció a finales de 2017 que boicotearía la conferencia y no firmaría el texto. Migración y ONU son dos 'bichas' para Donald Trump. Le respaldó la Hungría de Viktor Orban.En paralelo la alt-right, la derecha alternativa de EEUU, puso a toda máquina su máquina de propaganda.
Según Le Monde, Breitbart ha dedicado al tema 250 artículos. De manipulación en manipulación, la campaña ha inundado las páginas de los chalecos amarillos franceses de expresiones como "el gran reemplazo", "el caos total" con "emigrantes llegando por miles".
Hay que impedir que Macron firma porque "cuatro millones de emigrantes" van a llegar a Francia.El bulo ya ha sido 'bendecido' por algún político del sistema que se ha apuntado al bombardeo. Así la portavoz de Los Republicanos (derecha), Lydia Guirous, acusaba en Twitter a Macron de "traicionar a los franceses" ratificando un pacto que "amenaza nuestra soberanía y nuestra identidad. Cada pueblo tiene derecho a escoger a quien desea acoger".El Gobierno belga, del que han salido los nacionalistas flamencos, va a firmar.
El austriaco, una coalición en la que están los derechistas del FPO, no. Eslovaquia, Australia e Israel, tampoco. Por eso, los ultras alemanes de Pegida llevan chalecos amarillos.
 
París, en estado de sitio: Los chalecos amarillos mantienen su violento desafío pese al despliegue de 89.000 policías
 
El presidente no logra sofocar la protesta, que se salda con 1.300 detenidos
 
Los otros frentes abiertos de Emmanuel Macron
 
París en estado de sitio. Un despliegue policial abrumador de 89.000 policías, 8.000 en la capital reforzados por una docena de tanquetas, lo nunca visto. Una estrategia diferente, móvill y flexible, que limitó los destrozos y los enfrentamientos. Hubo menos saqueos e incendios. Pero muchas más detenciones, desde primera hora. A media tarde, superaban los 1.300 y "la cifra iba a aumentar", declaró el ministro de Interior, Christophe Castaner. Una cifra récord.También hubo menos heridos, 118 entre ellos 17 policías. (El sábado pasado 201 manifestantes y 284 policías). El titular de Interior se congratuló de la mejora pero admitió que "el nivel de violencia, aunque contenido es inaceptable".Lo que no disminuyó fue la movilización, 125.000 manifestantes en toda Francia, 10.000 en París, según Interior.
Los chalecos amarillos continúan firmes en sus protestas, originadas por el aumento de las tasas sobre el gasoil.El presidente de la República, mal que bien, está recuperando el control de la calle. Otra cosa es la iniciativa política.
El primer ministro, Édouard Philippe, anticipó anoche que Macron hablará "a principios de la próxima semana" y "anunciará nuevas medidas para recoser la unidad nacional". Está por ver qué propone, más allá de la retirada de la impopular medida.El clamor para que Macron, mudo desde hace una semana, se dirija a la nación es generalizado. Sobre todo, después de dejar que su primer ministro se inmolara poniendo cara a la retirada humillante del Ejecutivo.
Está carbonizado y se empieza a hablar de su sustitución... cuando amaine la protesta.Obviamente, los líderes de la oposición le esperan con la escopeta cargada. La izquierda ha anunciado que el lunes presentará una moción de censura. Pero ni socialistas, ni comunistas ni la extrema izquierda de la Francia Insumisa tienen diputados suficientes para tumbar el Gobierno.El líder de los insumisos, Jean Luc Mélénchon, dijo ayer en Burdeos donde se celebraba el congreso de su partido, que ha fracasado la campaña de "intimidación y desmotivación" del Ejecutivo. E insistió en que se disuelva la Asamblea y los franceses voten. Es un imposible, sin duda porque Macron tiene una mayoría aplastante.Como ha ocurrido desde que ha empezado el conflicto, su visión es casi idéntica a la de Marine Le Pen. Ella también empleó "intimidación" y añadió "diabolización".
Ayer estaba en Bruselas, donde asistió a una reunión con el partido nacionalista flamenco del Vlaams Belang y el gurú de Trump, Steve Bannon, sobre el Pacto Mundial de las migraciones. No es un detalle baladí. El Pacto debe firmarse el lunes y martes en Marrakech (Marruecos) adonde estaba previsto que se desplazara Macron. Los ultras vienen exigiendo a los chalecos amarillos que hagan lo posible para evitarlo.Le Pen reclamó a Macron que "se haga cargo del sufrimiento social y aporte respuestas muy fuertes e inmediatas".
Con colmillo, añadió: "Apelo al presidente de la República a que salga del Elíseo donde está encerrado".Nada de toda esta palabrería se notaba en las calles de París. Si hace una semana fue la noche de los escaparates rotos, ayer fue el día de las persianas bajadas y las planchas de madera cerrando a cal y canto las vitrinas.
Todos los comercios de los Campos Elíseos, los grandes almacenes y muchas tiendas estaban cerradas. Los bares, uno de cada dos. Y panaderías y supermercados, a media persiana como tantas veces vi en las huelgas generales del País Vasco: escaparate blindado, puerta abierta, vallas a medio bajar. Se podía comprar pero el comerciante tenía puesto un ojo en la calle por si tenía que cerrar. La normalidad sólo parecía vigente en Les Halles y los barrios más alejados del centro.El tráfico, prácticamente desaparecido.
Cero autobuses, casi ningún vehículo particular, pocos taxis y ubers. También se habían retirado bicicletas y patinetes.
El metro funcionaba pero 36 estaciones en sitios estratégicos estaban cerradas.La estrategia policial funcionó mejor.
En lugar de esperar a los radicales, fueron a por ellos. En estaciones de tren y peajes de autopista y en todo punto habitual de manifestación se registraban todos los macutos.Así que hubo detenciones desde primera hora de la mañana. Cerca del millar sólo en la capital. Se confiscaron bolas de petanca, material pirotécnico, martillos y armas blancas.Las redadas se completaron con un despliegue mejor adaptado. Y reforzado por una docena de blindados sobre ruedas, lo nunca visto en París. En la plaza de la Bastilla, donde centenares de chalecos amarillos se manifestaron a lo largo del día, había dos.
Con las furgonetas de antidisturbios, detrás.En el boulevard de Sebastopol, cortado brevemente por una barricada, se vio actuar a los camiones cisternas. Hubo incidentes en los bulevares y en los Campos Elíseos. Pero esta vez lo tenían más difícil.
El Gobierno había exigido a todas las empresas que hacen obras en la calle a que retiraran vallas, maquinaria y rellenaran las zanjas. Se retiraron más de mil piezas de mobiliario urbano.Para desgracia de los muchos turistas españoles que aprovecharon el puente para visitar París, la Torre Eiffel, el Arco de Triunfo, el Louvre y todos los museos estaban cerrados. Se suprimieron partidos de fútbol, conciertos y mercados. Hubo incidentes en numerosas ciudades de Francia.
Los más graves, en Burdeos donde hubo un herido grave.Esta semana veremos también si la reunión del viernes por la noche entre los llamados "moderados" de los chalecos amarillos y el primer ministro tiene alguna consecuencia. Philippe afirmó anoche que el "diálogo tiene que proseguir".
Y se esforzó en hacer la diferencia entre manifestantes que "expresan su cólera y sus reivindicaciones" y los violentos.
Está por ver si el diálogo y los anuncios de Macron, a la defensiva desde hace semanas, solventan el conflicto o si éste se enquista y superpone con otras protestas como las de estudiantes y camioneros.

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