BUENOS AIRES (AP) — En un salón de baile en el corazón de Buenos Aires , 14 hombres con elegantes trajes oscuros estaban sentados en mesas separadas, mientras que al otro lado del salón, 14 mujeres con vestidos y tacones altos esperaban a que las invitaran a bailar.Al comenzar a sonar las primeras notas de un tango popular, los bailarines hicieron señas a las mujeres y cruzaron la pista en busca de pareja. Momentos después, las piernas de las parejas trazaron los elegantes movimientos del tango en un evento que garantiza que todas las mujeres puedan bailar.
Las mujeres reservan sus sesiones con antelación con un organizador vía WhatsApp, asegurando un baile y evitando la interminable espera que han soportado en otras “milongas”, o reuniones de baile, donde las mujeres superan en número a los hombres.
Entre los bailarines de un miércoles reciente se encontraba Antje Rickel, una francesa de 69 años con una blusa roja semitransparente y el pelo recogido con coquetería. Su pareja de baile era un joven unos 13 centímetros más bajo que ella. Pero la diferencia de edad y altura era irrelevante para la pareja, que se sentía en perfecta comunión mientras se deslizaban por la pista al ritmo de un tango.
“Tiene un gran control”, dijo Rickel sobre su joven compañero de baile, Jared Ramos, un bailarín de tango profesional de la “milonga” Che Che Tango Premium, donde la gente puede reservar bailes garantizados de dos horas con compañeros profesionales conocidos como “Taxi Dancers”.
El programa, que se celebra los miércoles y viernes, ofrece a aficionados al baile como Rickel la oportunidad de practicar pasos de tango, pasando del brazo de un bailarín al de otro. Una sesión de dos horas cuesta 55.000 pesos (unos 37 dólares) para extranjeros y unos 30 dólares para argentinos y residentes.
Los eventos de baile están organizados por los bailarines Alejandro Justiniano y Sara Parnigoni, quienes lo presentan en las redes sociales como “un espacio de tango donde puedes estar seguro de que bailarás como siempre lo soñaste”.
Justiniano comentó que los bailarines son cuidadosamente seleccionados, y la mayoría son bailarines profesionales o profesores de tango que actúan en diferentes eventos. "Hemos buscado bailarines con mucha experiencia", dijo.
Se le ocurrió la idea tras observar las caras largas de muchas mujeres que pasaban las tardes en eventos de baile observando desde la distancia. Justiniano creó lo que él llama una "mini milonga", algo un poco más íntimo para que "durante dos horas puedan alcanzar su máximo potencial en el baile".
Ramos, bailarina profesional de tango, dijo que las mujeres enfrentan varios desafíos en otras “milongas”.
“Hay 10 mujeres por cada hombre”, dijo, lo que significa que muchas mujeres quedan excluidas. Para agravar el problema, señaló, está el hecho de que “no todas bailan bien”.
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ALMUDENA CALATRAVA escribe en español sobre Argentina para The Associated Press, con sede en Buenos Aires.
(Foto AP/Victor R. Caivano)


