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Es un papel que Barr ha aceptado desde que asumió el mando del Departamento de Justicia en febrero, particularmente al catalogar el informe del fiscal especial Robert Mueller sobre la investigación de Rusia como una exculpación para Trump, aunque Mueller informó que no exoneraba a Trump de haber obstruido la justicia.
No obstante, incluso siendo uno de los principales defensores del presidente, Barr ha intentado distanciarse de las conversaciones de Trump con el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy. El Departamento de Justicia insiste en que Barr no estaba al tanto de que el presidente dijo que ayudaría a investigar a un oponente político.
Los secretarios de Justicia tradicionalmente mantienen un delicado equilibrio político. Como miembros del gabinete, se espera que respalden la agenda del presidente en materia judicial. Barr ha logrado eso al enfatizar algunos de los principales temas de discusión del presidente y al defender decisiones políticas clave. Sin embargo, como jefes del Departamento de Justicia se espera que estén por encima de la política y que no permitan que las consideraciones políticas influyan en sus acciones.
Trump involucró a Barr en la más reciente tormenta política _una que provocó que la Cámara de Representantes iniciara una pesquisa para juicio político_ cuando le pidió a Zelenskiy que encontrara los trapos sucios del precandidato presidencial demócrata Biden y mencionó que Barr y su asesor de confianza, Rudolph Giuliani, se pondrían en contacto con él.

Sin embargo, eso no significa que el camino por delante está claro.
El martes, la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, quien durante meses había sido un poderoso freno para los demócratas que querían un proceso de juicio político contra Trump, lanzó una investigación formal para juicio político en la que acusó al presidente de “traición a su juramento”, así como de traición a la seguridad nacional y a la integridad de las elecciones estadounidenses.
A continuación un vistazo al asunto y a lo que se sabe sobre lo que sucederá a continuación:
LOS SIGUIENTES PASOS
La Comisión de Asuntos Jurídicos de la Cámara de Representantes será el panel responsable de recomendar los artículos de juicio político contra Trump si la investigación conduce a eso.
Hasta ahora, seis comisiones de la cámara baja han investigado varios aspectos de la presunta incorrección por parte del presidente. Seguirán investigando, pero de manera expedita, aunque sin ningún plazo establecido.
Si la Comisión de Asuntos Jurídicos avala los argumentos de juicio político, el asunto pasa al pleno de la cámara baja. Los demócratas son mayoría en la Cámara de Representantes y sus comités.

El Servicio Nacional de Inteligencia (NIS) ofreció su valoración sobre las perspectivas de la estancada diplomacia nuclear horas después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que un nuevo encuentro con el líder norcoreano, Kim Jon Un, “podría ocurrir pronto”.
Kim Min-ki, uno de los legisladores que asistió a la reunión informativa, citó al servicio de espionaje diciendo que hay “una alta posibilidad de que las conversaciones de trabajo (entre Washington y Pyongyang) se reanuden en dos o tres semanas”.
La agencia dijo además que este año podría celebrarse otra cumbre Trump-Kim si los dos países reportan progresos en esas reuniones de trabajo, agregó Min-ki.
Las llamadas al NIS para confirmar la información no fueron respondidas de inmediato. La agencia no suele comentar el contenido de las reuniones que mantiene con legisladores a puerta cerrada.
Los esfuerzos diplomáticos encabezados por Estados Unidos para zanjar la crisis nuclear con Corea del Norte están estancados desde que la segunda cumbre entre Trump y Kim, celebrada en febrero en Vietnam, terminó sin un acuerdo por las discrepancias en torno a las sanciones económicas de Washington a Pyongyang. Los dos líderes celebraron una breve reunión improvisada en una aldea fronteriza coreana a finales de junio y acordaron retomar los contactos.

De regreso en su ciudad natal para la Asamblea General de Naciones Unidas, el mandatario tomaba un “receso ejecutivo” en su ático de la Trump Tower cuando la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, anunció el inicio de un proceso formal de juicio político en su contra. La medida de Pelosi incrementa las posibilidades de que Trump se convierta en el tercer presidente del país en ir a juicio político.
Fue un proceso que duró más de dos años y medio, y uno que lleva al mandatario por una nueva senda de su característico martirio político.
La impugnación, resultado de una presidencia de Trump que tiende a saltarse las normas y de la persistente frustración de los demócratas con el resultado de las elecciones de 2016, fue bien recibida por los asesores del mandatario, que creen que podría tener resultados contraproducentes para los demócratas.
El mismo Trump dijo que la medida podría impulsar sus posibilidades electorales, pero en su momento reaccionó con una serie de tuits en los que expresó su malestar y acusó a los demócratas de participar en una “caza de brujas” y “acoso presidencial”.
Momentos antes, cuando se hizo pública la decisión de Pelosi, un agitado Trump opinó sobre el costo político del juicio político y el episodio que ha precipitado el proceso, al saberse que una denuncia de informante lo acusaba de presionar al gobierno ucraniano para que consiguiera información perjudicial sobre la familia de su rival político, Joe Biden.
“Van a perder la elección, y creen que esto es lo que deben hacer”, dijo Trump a los reporteros. Refiriéndose a Pelosi, añadió: “Si lo hace, todos dicen que es algo positivo para mí, para la elección. También se podría decir, ¿quién necesita esto? Es malo para el país”.
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La cumbre sobre el clima, una parte central del programa de este año de la ONU, no estuvo dentro de la agenda de Trump. Sin embargo, se detuvo para observar lo que sucedía durante unos 15 minutos para después dirigirse a lo que consideró como el evento principal: una reunión sobre proteger la libertad de religión.
Trump dijo que era un “deber moral urgente” para los líderes mundiales detener los crímenes contra la fe, liberar a los presos de conciencia y derogar las leyes que restringen la libertad religiosa.
“Aproximadamente el 80% de la población del mundo vive en países donde la libertad religiosa está amenazada, restringida o incluso prohibida”, dijo el mandatario, y agregó que cuando escuchó la estadística por primera vez, no creyó que fuera real e incluso pidió que fuera verificada.
El gobierno de Trump ha organizado reuniones anuales sobre el tema en Washington, y el secretario de Estado Mike Pompeo anunció en el evento de este año que crearía una alianza internacional dedicada a la cuestión.