BUENOS AIRES (AP) — Mientras Lionel Messi lideró a la Argentina hacia su tercera estrella mundial seis meses atrás, el seleccionado femenino tiene objetivos mucho más modestos para la próxima Copa del Mundo en Australia y Nueva Zelanda.
La Albiceleste aspira al primer triunfo de su historia en cuatro participaciones y si con ello además logra una inédita clasificación a los octavos de final, para sus jugadoras será como dar una vuelta olímpica.
“Es una inspiración muy grande, pero las expectativas no son las mismas”, dijo a The Associated Press la delantera Paulina Gramaglia, del Red Bull Bragantino de Brasil, sobre el triunfo de los hombres en el Mundial de Qatar 2022. “No tenemos la misma base que tienen ellos, ni apuntamos al campeonato del mundo, como ellos sí tenían en la cabeza. Nosotras tenemos nuestros propios objetivos y propio contexto”.
El país sudamericano competirá en el Grupo G, que tiene a Suecia — tercera del ranking FIFA — e Italia (16) como grandes favoritos. Sudáfrica (58) completa el cuarteto.
Los cuatro años previos al Mundial en Oceanía coincidieron con el giro de 180 grados en la política de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) para el fútbol femenino, durante décadas ignorado.
La profesionalización de la liga femenina en 2019 y el mayor apoyo a las selecciones nacionales desde categorías menores – estructura, indumentaria y amistosos — le ha permitido a la Albiceleste elevar la vara del juego y proponerse mejorar la actuación en Francia 2019, cuando sumó los dos primeros puntos en la historia de la competencia con los empates ante Japón y Escocia.
“La liga argentina ha crecido mucho en los últimos años, se van equiparando las cuestiones de infraestructura y de posibilidades que tienen los clubes. Eso hace que también físicamente los equipos mejoren mucho y eso va emparejando el nivel”, analizó Gramaglia. “Todavía falta, comparado con otros países de la región, pero se va en buen camino”.
En la última Copa América 2022, que dio plazas para el Mundial, Argentina finalizó tercera, detrás de Brasil y Colombia.
Fue la primera competencia oficial bajo el mando de Germán Portanova, sucesor del histórico entrenador José Carlos Borrello, quien dirigió la Argentina en los mundiales de 2003, 2007 y 2019, pero una rebelión de jugadoras en disconformidad con su método de trabajo lo eyectó del cargo en 2021.
“Lo primero que me dicen apenas llego es que hay un partido con Brasil allá por fecha FIFA. Dije ‘vamos’. Antes capaz que se negaban por miedo a la derrota. Perdimos 3-1 y 4-1, pero jugamos algunos momentos bastante bien”, recordó Portanova. “Le jugaría siempre a Brasil, sin miedo a perder. Así vamos a estar un poco más cerca de competir con ellas”.
El desafío para Portanova es dar con el once ideal dentro de un plantel con varias veteranas, como la arquera Vanina Correa (39) y la mediocampista creativa Estefanía Banini (32), considerada la jugadora argentina más talentosa de la historia, y jóvenes lideradas por Sophia Braun (23), defensora nacida en Estados Unidos que optó por representar al país de su madre, o la propia Gramaglia (20).
“Todas las que estamos acá somos conscientes de las cosas que se han logrado hasta este momento y de las cosas que todavía se pueden lograr. No es poca cosa que uno de los objetivos sea ganar por primera vez un partido en un mundial. Parece poco, pero no lo es. Vamos a pelear por eso”, remarcó la atacante.
La videoperiodista Yesica Brumec contribuyó con este reporte.
BY DÉBORA REY