
Francisco besó la mano de una víctima de maltrato en uno de esos internados al ser recibido en el aeropuerto de Edmonton, en la provincia de Alberta, por representantes indígenas, por el primer ministro canadiense Justin Trudeau y por Mary Simon, una inuk que es la primera gobernadora general indígena de Canadá.
El gesto estableció el tono para lo que el pontífice ha dicho es un “peregrinaje penitencial” con el fin de expiar culpas por el papel que desempeñaron misioneros católicos en la integración obligatoria de generaciones de niños indígenas a la cultura canadiense, una visita que ha desatado una mezcla de emociones en todo Canadá, donde las víctimas y sus familias hacen frente al trauma por sus pérdidas y reciben una disculpa papal que han exigido desde hace tiempo.
El pontífice no tenía eventos oficiales programados para el domingo, lo que le daría tiempo para descansar antes de su reunión del lunes con víctimas cerca de un antiguo internado en la localidad de Maskwacis, donde se prevé que ore en un cementerio y ofrezca disculpas.

El designado canciller Álvaro Leyva dijo el jueves a la prensa que recibió una carta firmada por varios grupos armados en la que manifiestan su intención de dialogar para cesar con la violencia que continúa en gran parte del territorio.
“La recibí, es algo de lo que tenía razón de tiempo atrás, por alguna razón hablábamos de la ‘paz total’ y es uno de los propósitos, precisamente es lo que vamos a iniciar con muchos y a continuar con otros”, dijo Leyva, quien recordó que Petro le encomendó como una de sus funciones liderar procesos de paz.
La carta que refiere Leyva circuló en medios de comunicación locales, pero no recibió una verificación de las autoridades. En ella, los armados dicen estar dispuestos a “coordinar un cese al fuego” a partir del 7 de agosto, día en que se posesiona Petro, así como a desarmarse, pedir perdón, aportar a la verdad, reparar, no repetir actos criminales y cumplir con la “justicia restaurativa” y dicen que en la “medida de lo posible nadie debería llegar a la cárcel”.
La firmarían el Clan del Golfo -también llamadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia-, Los Caparrapos, Los Rastrojos, Los Shottas, La Inmaculada y los Mexicanos de Quibdó.

Fuerzas rusas habían bombardeado el orfanato donde trabajaba, y él se refugiaba con docenas de personas en el gélido sótano de un edificio sin puertas ni ventanas. La siguiente vez que habló con él, Dmitriy lloraba.
“Estoy vivo”, le dijo. “Estoy en Rusia”.
Zadoyanov enfrentaba el siguiente capítulo de la devastación para la gente de Mariúpol y otras ciudades ocupadas: Traslados forzosos a Rusia, el país que había matado a sus vecinos y bombardeado sus localidades hasta casi borrarlas del mapa.
Casi dos millones de refugiados ucranianos han sido enviados a Rusia, según funcionarios ucranianos y rusos. Ucrania describe esos traslados como viajes forzosos a territorio enemigo, algo que se considera un crimen de guerra. Rusia las llama evacuaciones humanitarias.
Una investigación de Associated Press ha descubierto que si bien la situación tiene más matices de lo que sugiere el gobierno ucraniano, muchos refugiados son efectivamente obligados a viajar a Rusia, sufren abusos, se les despoja de su documentación y enfrentan incertidumbre sobre su futuro y en ocasiones incluso sobre dónde se encuentran.
Todo comienza con una decisión envenenada: Morir en Ucrania o vivir en Rusia. Pasan por lo que se conoce como puntos de filtración, donde pueden sufrir interrogatorios y registros sin ropa o ser apartados y desparecer. Los refugiados describieron cómo una anciana había muerto de frío, con el cuerpo hinchado, y otro evacuado recibió una golpiza que le dejó la espalda cubierta de magulladuras.

La votación de los delegados de ese partido de izquierda en un hotel de Sao Paulo ya se anticipaba y fue meramente simbólica, pues la campaña del exmandatario está en marcha. El político de 76 años, que gobernó Brasil entre 2003 y 2010, no asistió a la convención del partido mientras hacía campaña en su estado natal de Pernambuco, en el empobrecido noreste de Brasil. Lula lidera todas las encuestas frente al presidente actual, Jair Bolsonaro.
Es la sexta ocasión que Lula se postula a la presidencia. También fue confirmado como candidato del Partido de los Trabajadores en su convención de 2018, pero una declaración de culpabilidad por corrupción y lavado de dinero lo sacó de la contienda y allanó el camino para la victoria de Bolsonaro.
“No necesitaba ser presidente de nuevo. Podría haber guardado mi diploma del mejor presidente de la historia y pasar los últimos años de mi vida tranquilamente”, dijo Lula durante un mitin en la ciudad de Recife. “Pero vi a este país ser destruido. Vi nuestra educación encabezada por un tipo al que no le gusta la educación. Así que decidí volver”.
El exdirigente sindical salió de prisión en 2019 y sus condenas fueron anuladas el año pasado luego de que el Supremo Tribunal Federal fallara que el juez a cargo del caso, Sergio Moro, actuó de manera parcial. Ese nuevo fallo le permitió a Lula iniciar su campaña presidencial este año. Moro, quien supervisó la extensa investigación de corrupción Lava Jato, posteriormente fue designado ministro de Justicia de Bolsonaro.

Aunque Caro Quintero sólo fue condenado en México por el asesinato del agente de la agencia antidroga de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) Enrique “Kiki” Camarena y el piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar en 1985, su banda supuestamente asesinó hasta a seis ciudadanos estadounidenses en la ciudad mexicana de Guadalajara en la misma época.
Uno de ellos era John Clay Walker, un escritor que entonces tenía 36 años y se había mudado a Guadalajara para terminar un libro.
“Nos alegramos mucho de oír que (Caro Quintero) había sido capturado, y también reabrió un gran trauma para nosotras”, dijo Lannie Walker. “Mi hermana y yo hemos perdido casi 40 años sin nuestro padre, no hay nada que pueda compensar eso”.
El escritor estadounidense y su amigo Alberto Radelat, estudiante de dentista de Fort Worth, Texas, habían entrado en un exclusivo restaurante de marisco en Guadalajara para celebrar el regreso previsto de Walker a Estados Unidos.
No esperaban que Caro Quintero y sus colaboradores estuvieran celebrando una fiesta privada en una habitación en la parte trasera del restaurante.
“Nuestro padre era un ciudadano estadounidense sin implicación en la guerra de la droga entre México y Estados Unidos, era un transeúnte inocente que sin saberlo se vio atrapado en el fuego de un peligroso cártel de la droga”, dijo Lannie Walker. “Comenzaron a interrogar a mi padre y a Al, preguntándoles qué sabían de los agentes antidroga en México, qué sabían de la investigación. Mi padre no sabía nada, era un escritor inocente. Le torturaron con un picahielos durante una hora”.