
La reunión entre el presidente derechista y el vicepresidente electo Geraldo Alckmin tuvo lugar en el palacio presidencial, según Alckmin, quien encabeza el equipo de transición de Lula. El equipo había llegado horas antes a la capital Brasilia, dando así inicio al proceso que culminará con la investidura del nuevo mandatario el 1 de enero.
Aunque Bolsonaro se negó a reconocer su derrota durante sus primeras declaraciones públicas el martes, su jefe de despacho Ciro Nogueira dijo a los reporteros que había recibido autorización del mandatario para proceder con el proceso de transición.
“Fue positiva”, dijo Alckmin tras la reunión del jueves. Se negó a responder si Bolsonaro lo había felicitado por el triunfo del domingo.
Bolsonaro habló acerca de “la disposición del gobierno federal para brindar toda la información, ayuda, de forma que tengamos una transición que esté guiada por el interés público”, dijo el próximo vicepresidente.
La primera reunión del día del equipo de transición fue con el senador Marcelo Castro, quien es responsable de la propuesta presupuestaria del gobierno para 2023. El vicepresidente electo exhortó a los legisladores a implementar una medida de emergencia que permita nuevos gastos que el próximo gobierno considera esenciales, incluyendo pagos de programas de asistencia social de 600 reales (118 dólares) mensuales.
Sin esa medida de emergencia, el presupuesto actual reduciría esos pagos a 400 dólares (78 dólares) en enero. Los legisladores dijeron a los reporteros que la decisión al respecto se tomaría para el lunes.

Dos minutos después, una voz suplicante y amordazada taladró la quietud matinal. Luego la respuesta despiadada: “¡Habla! ¡Habla, maldito desgraciado!”
Las mujeres y los niños llegaron más tarde, sosteniendo bolsas empacadas de prisa y acompañados por perros.
El 4 de marzo era una mañana fría y gris en Bucha, Ucrania. Los cuervos graznaban. Al anochecer, al menos nueve hombres caminarían hacia su muerte en el número 144 de la calle Yablunska, un complejo de edificios que los rusos convirtieron en cuartel general y centro neurálgico de actos de violencia que conmocionarían al mundo.
Posteriormente, cuando todos los cuerpos fueron encontrados desperdigados por las calles y arrojados en tumbas excavadas apresuradamente, podría haber sido fácil pensar que la carnicería fue aleatoria. A los residentes que preguntaran cómo ocurrió esto se les diría que no se atormenten, porque hay algunas preguntas que simplemente no tienen respuesta.
No obstante, hubo un método para la violencia.
Lo que sucedió ese día en Bucha fue lo que soldados rusos, en conversaciones telefónicas interceptadas, llamaron “zachistka” (limpieza). Los rusos cazaron a personas que aparecían en listas preparadas por sus servicios de inteligencia y fueron de puerta en puerta para identificar amenazas potenciales. Aquellos que no aprobaron este filtro, incluidos combatientes voluntarios y civiles sospechosos de ayudar a los soldados ucranianos, fueron torturados y ejecutados, según muestran videos de vigilancia, intercepciones de audio y entrevistas.

Sin embargo, hasta ahora se ha evitado que se concreten los peores temores, pese a una victoria del expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva sobre el actual mandatario Jair Bolsonaro, de tendencia derechista, y a las persistentes protestas de algunos simpatizantes de Bolsonaro en todo el país.
Los aliados de Bolsonaro rápidamente reconocieron la victoria de Lula, las fuerzas armadas se quedaron en sus cuarteles y los gobernantes de otros países ofrecieron su apoyo a Lula y cortaron de tajo la idea de cualquier cosa que se pareciera a la insurrección del 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos.
“Todas las válvulas de escape de Bolsonaro fueron cerradas”, comentó Brian Winter, experto en Brasil y presidente del Consejo de las Américas, con sede en Nueva York. “Se le previno desde todos los frentes que no impugnara los resultados y quemara la casa al salir”.
Aunque Bolsonaro se ha negado a felicitar a Lula, en general las instituciones de Brasil parecen haber resistido.
Bolsonaro emitió un mensaje por video el miércoles en el que pidió el fin de las protestas de sus simpatizantes. “Sé que están molestos. Estoy tan triste y molesto como ustedes. Pero tenemos que mantener la cabeza fría”, señaló. “El cierre de carreteras en Brasil pone en peligro el derecho de las personas a ir y venir”.

Filippo Grandi, que dirige el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR, dijo ante el Consejo de Seguridad que los ucranianos están a punto de enfrentar “uno de los inviernos más duros del mundo en circunstancias extremadamente difíciles”, incluyendo la continua destrucción de infraestructura civil que está “haciendo que la respuesta humanitaria parezca una gota de agua en el océano de las necesidades”.
Las organizaciones humanitarias han “aumentado drásticamente su respuesta”, agregó, “pero hay que hacer mucho más, comenzando por poner fin a esta guerra sin sentido”.
Pero dada “la posible naturaleza prolongada de la situación militar”, Grandi indicó que su agencia se está preparando para nuevos movimientos de población, tanto dentro como fuera de Ucrania.
En su amplia intervención, Grandi dijo a los miembros del Consejo que aunque Ucrania acapara los titulares, en los 12 últimos meses su agencia ha respondido a 37 emergencias derivadas de conflictos en todo el mundo.
“Sin embargo, las otras crisis no logran captar la misma atención internacional, la misma indignación, los mismos recursos ni las mismas acciones”, manifestó.

La invitación se hizo pública luego de la primera reunión presencial que sostuvieron los dos mandatarios en Caracas, luego de años de tensiones entre los dos países vecinos.
En la reunión privada hablaron sobre los pasos a dar en función de reconsiderar la entrada al sistema interamericano de derechos humanos, según detalló Maduro en una declaración conjunta. “He sido muy receptivo y así será en el transcurso de las próximas semanas, en relación a este interesante tema planteado por el presidente Gustavo Petro”, agregó.
En septiembre de 2012, el gobierno venezolano denunció la Convención Americana sobre Derechos Humanos y un año después se concretó su salida de ese sistema. Ello implicó que las violaciones a derechos humanos que pudieran ocurrir en Venezuela después de septiembre de 2013, no podían ser conocidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH). Activistas de los derechos humanos advirtieron que la medida iba en detrimento de la protección de los derechos de los venezolanos.
Con el encuentro inició una nueva etapa en la espinosa relación bilateral que a lo largo de casi dos siglos ha tenido frecuentes incidentes entre sus fuerzas armadas y disputas por la soberanía de territorios que desembocaron en la ruptura del vínculo diplomático y comercial en los últimos tres años.