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Poco después de sus declaraciones, que duraron menos de dos minutos, el jefe de gabinete, Ciro Nogueira, anunció que Bolsonaro lo había autorizado a comenzar el proceso de transición.
El mandatario derechista, quien antes de la elección había cuestionado reiteradamente la fiabilidad del sistema electoral de su país, no tenía mucho espacio para poder rechazar los resultados. Los mandatarios de diversos países han reconocido públicamente la victoria de Lula, al igual que algunos de los aliados más cercanos de Bolsonaro. Además, miembros del gabinete, gobernadores electos y líderes evangélicos que habían sido firmes simpatizantes de Bolsonaro han comenzado a tener acercamientos con el próximo gobierno de izquierda.
Bolsonaro perdió la contienda del domingo por un margen estrecho, al obtener el 49,1% de los votos por 50,9% de Lula, según la autoridad electoral nacional. Fue la carrera presidencial más reñida en el país desde la reinstauración de la democracia en 1985, y representa la primera vez que Bolsonaro pierde una elección en sus 34 años de trayectoria política.
Flanqueado por más de una docena de ministros y aliados durante su breve discurso desde la residencia presidencial, Bolsonaro no mencionó los resultados de las elecciones. En su lugar, defendió los logros de su gobierno.

El encuentro se efectuará el martes en Caracas, donde arribará el mandatario colombiano para atender un almuerzo con Maduro, según informó el lunes la presidencia de Colombia en un comunicado.
La reapertura de la frontera entre los dos países y el posible reingreso de Venezuela al sistema interamericano de Derechos Humanos, serían temas clave en el encuentro.
Con la llegada de Petro al poder en agosto como primer presidente de izquierda en la historia del Colombia, las relaciones con Venezuela dieron un giro. Petro decidió reconocer a Maduro como presidente legítimo de su país, contrario a su antecesor Iván Duque (2018-2022) que lo tildaba de “dictador” y reconocía al líder opositor Juan Guaidó.
El encuentro no solamente tiene efectos prácticos dentro del marco del restablecimiento de las relaciones, también es simbólico al darse luego de años de tensiones con el propósito de activar la regularidad de la relación, planteó a The Associated Press Julio Londoño, ex embajador de Colombia en Cuba.
En ese sentido, señala Londoño, es parecido al encuentro de 2010 entre el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos (2010-2018), quien luego de posesionarse y restablecer relaciones con Venezuela se reunió con su homólogo Hugo Chávez, fallecido en marzo del 2013.

La inflación anual alcanzó el 10,7% en octubre, según dijo el lunes la agencia de estadística de la Unión Europea, Eurostat. Es un aumento desde el 9,9% de septiembre y el dato más alto desde que comenzaron a elaborarse las estadísticas de la eurozona en 1997.
El precio del gas natural se disparó tras la invasión en Ucrania, ya que Rusia redujo de forma drástica el suministro en sus gasoductos. Europa ha tenido que recurrir a costosos cargamentos de gas licuado, que llegan en barco desde Estados Unidos y Qatar, para generar electricidad y calentar viviendas.
Aunque el gas licuado ha cubierto las reservas para el invierno, su alto precio ha encarecido algunos productos industriales como el acero o los fertilizantes, o incluso ha hecho que producirlos no sea rentable. El poder de gasto de los consumidores ha menguado conforme la gente dedica más proporción de sus ingresos a pagar combustible y facturas de suministros.
El precio de las compras de corto plazo de gas natural ha remitido últimamente, pero sigue siendo alto en mercados para los próximos meses, lo que sugiere que la energía cara podría ser un lastre persistente para la economía. Un sondeo de previsiones de expertos realizado por el Banco Central Europea indicaba que las expectativas de inflación para el año que viene habían pasado del 3,6% al 5,8%.

Cientos de personas que cruzaron el Canal de la Mancha en pequeñas embarcaciones han sido trasladadas a Manston, un antiguo aeródromo en el sureste de Inglaterra, después de que otro centro de procesamiento fuera atacado el domingo con bombas incendiarias por un agresor que después se suicidó. Ya había 3.000 personas en el recinto, el doble de lo que debía acoger en un principio.
Los legisladores reclamaron que la secretaria del Interior, Suella Braverman, compareciera el lunes ante el Parlamento para responder preguntas sobre las condiciones en Manston.
El lugar debía ser un centro de procesamiento temporal donde los recién llegados pasarían 24 horas antes de pasar a un alojamiento de largo plazo, pero grupos de apoyo a refugiados dicen que algunas personas llevan semanas varadas allí.
El inspector jefe de Fronteras, David Neal, que visitó hace poco el recinto, dijo la semana pasada que las condiciones eran “penosas”. Dijo a los legisladores que se habían registrado casos de difteria y “es una situación muy peligrosa”.

El domingo, en un nuevo giro, los votantes brasileños le eligieron por el margen más estrecho para liderar de nuevo la cuarta democracia más grande del mundo. Su legado también estará en juego.
“Intentaron enterrarme, y aquí estoy”, dijo Lula en un discurso el domingo por la noche después de que los resultados confirmaran su tercera victoria electoral. “Estoy aquí para gobernar en una situación muy difícil. Pero tengo fe en Dios de que, con ayuda de nuestro pueblo, encontraremos una salida para este país”.
La vida de Lula se ha desarrollado de una forma tan extraordinaria que cuesta creerla.
Su familia se mudó desde la pobre región nororiental de Brasil al estado de Sao Paulo en busca de una vida mejor, siguiendo a su padre, que había viajado al sur unos años antes. Pero al llegar descubrieron que se había asentado con otra mujer. La madre de Lula se quedó sola para criar ocho hijos, de los que Lula era el menor.
Como necesitaba dinero, se convirtió en obrero metalúrgico a los 14 años en las afueras industriales de la metrópolis. Era un trabajo físico que le costó el meñique izquierdo. Se convirtió en líder sindical en una era en la que la fuerza de trabajo manufacturera aún era enorme en Brasil, lo que suponía influencia política. Se presentó a la presidencia por primera vez en 1989, pero perdió, al igual que en sus dos siguientes intentos.