
La explosión ocurrió el sábado por la noche en la camioneta SUV conducida por Daria Dugina, informó la oficina para la región de Moscú del Comité de Investigación ruso. La joven de 29 años era hija del teórico político Alexander Dugin, un destacado defensor del concepto de “mundo ruso” y un vehemente partidario del envío de tropas rusas a Ucrania.
La explosión ocurrió mientras Dugina regresaba de un festival cultural al que había asistido con su padre. Algunos informes de los medios rusos citaron a testigos diciendo que el vehículo pertenecía a su padre y que él había decidido en el último momento viajar en otro automóvil. Es probable que el vívido y violento incidente, inusual en Moscú, agrave la animosidad entre Rusia y Ucrania.
Dugina expresaba puntos de vista similares a los de su padre y aparecía como comentarista en el canal de televisión nacionalista Tsargrad. “Dasha, como su padre, siempre ha estado al frente de la confrontación con Occidente”, dijo Tsargrad el domingo, usando la forma familiar del nombre de ella.
Estados Unidos la sancionó en marzo por su trabajo como editora en jefe de United World International (UWI), un sitio web que Estados Unidos describió como un sitio de desinformación. El anuncio de sanciones citó un artículo de la UWI de este año que afirmaba que Ucrania “perecería” si era admitida en la OTAN.

“Sé que se la van a llevar a mi esposa, quieren engrilletarla y quieren engrilletar también al resto de mi familia”, manifestó Castillo, que enfrenta seis investigaciones fiscales, varias de ellas por corrupción. Ello ha provocado que abandone su habitual mutismo y critique a la fiscalía, a la oposición parlamentaria y a parte de la prensa, de quienes dice forman una tríada que busca despojarlo del poder.
La primera dama Lilia Paredes está acusada de formar parte de la presunta organización criminal. La hermana menor de la esposa de Castillo, Yenifer Paredes, está detenida en un local policial por 10 días mientras es investigada por la misma causa. La fiscalía tambien acusa a los otros dos hermanos de la primera dama, David y Walther.
Los fiscales sospechan que la familia presidencial ayudó al dueño de una supuesta empresa fachada a obtener obras públicas pese a no tener la capacidad económica para garantizar la ejecución de las obras ni la experiencia. Castillo niega todas las acusaciones.
La semana pasada la policía acudió al palacio presidencial para detener a Yenifer Paredes y buscó en todas las habitaciones, incluso debajo de la cama del mandatario, de acuerdo a una acta de allanamiento a la que The Associated Press tuvo acceso. Los agentes no encontraron a la cuñada de Castillo, quien al día siguiente se entregó a la fiscalía.
El presidente dijo el viernes que su esposa está dispuesta a entregar su pasaporte al juez para demostrar que no tiene intenciones de irse del país, y que quiere someterse a la justicia y demostrar su inocencia.
Castillo gobierna desde hace un año y su mandato concluye en 2026.

El Procurador de Derechos Humanos, Jordán Rodas Andrade será reemplazado el sábado por un exmagistrado de la Corte Suprema.
Durante sus cinco años de gestión Andrade recibió 18 solicitudes de retiro de inmunidad para que la fiscalía lo investigara, fue citado siete veces al Congreso y le retuvieron fondos para pagar salarios, lo que le provocó una asfixia financiera.
Es que, según él mismo dijo a The Associated Press, defender los derechos humanos en Guatemala no es una tarea fácil.
Rodas, un acérrimo crítico del presidente Alejandro Giammattei, también se lleva el enojo de diputados, empresarios y funcionarios a los que fiscalizó y muchos creen que su salida pondrá fin a uno de los pocos reductos democráticos que quedan en el país.
La comunidad internacional ha lanzado su voz de alarma por la persecución en Guatemala de funcionarios judiciales -que llevó a varios al exilio-, y los procesos contra periodistas, activistas y manifestantes.
Un informe reciente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos colocó al país junto a Cuba, Nicaragua y Venezuela entre las naciones donde más se violan los derechos humanos.

Mientras Bolsonaro se dirigía a sus seguidores afuera de su residencia en la capital Brasilia, el influencer de redes sociales Wilker Leão usó su teléfono para videograbarse gritándole repetidamente al presidente, llamándolo “cobarde”, “holgazán” y el “querido” de una facción clientelista del Congreso.
Primero, Bolsonaro entró a su auto, pero luego salió, tomó al hombre de la camisa y el antebrazo e intentó quitarle el teléfono. Los guardias de seguridad retiraron a Leão del lugar.
Se prevé que la campaña presidencial que comenzó el martes sea una batalla cuesta arriba para Bolsonaro, que va a la zaga del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en todas las encuestas antes de la primera vuelta electoral del 2 de octubre.
Un periodista del sitio web de noticias G1 publicó un video de los comentarios de Leão y el altercado posterior.
“No filmen esto, no filmen esto”, dijo Bolsonaro a sus seguidores cuando Leão era retenido por elementos de la seguridad presidencial. “Está en su derecho (a protestar), pero estaba siendo descortés”.
Cuatro minutos después, los elementos de seguridad le permitieron a Leão regresar al lugar y dialogar con Bolsonaro sobre política. Ambos habían conversado en varias ocasiones anteriores, sin incidentes.

Nadie reclamó la responsabilidad del atentado del miércoles por la noche, que se suma a otros ataques en el país en el año desde que el Talibán tomó el control. Entre los heridos había varios niños, según reportes.
La filial del grupo Estado Islámico en el país ha redoblado sus ataques contra el Talibán y los civiles desde que los antiguos insurgentes tomaron el control a finales de agosto, cuando las tropas estadounidenses y de la OTAN ultimaban su retirada del país. EI se atribuyó la semana pasada el asesinato de un destacado clérigo talibán en su centro religioso en Kabul.
Khalid Zadran, vocero del jefe de policía de la capital afgana, dio las cifras a The Associated Press tras la explosión del miércoles en la mezquita suní.
Un agresor suicida provocó la explosión, según un testigo residente del barrio de Kher Khanna donde estaba la mezquita de Siddiquiya. El clérigo asesinado era el mulá Amir Mohammad Kabuli, según el testigo, que habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a hablar a los medios.
El vocero talibán Zabihullah Mujahid condenó la explosión y prometió que los “responsables de estos delitos pronto serán llevados ante la justicia y serán castigados”.