
Los expertos esperaban que Fiona pasara el martes por la mañana junto a la Isla Gran Turca, donde está la capital del territorio británico.
“Las tormentas son impredecibles”, dijo el primer ministro, Washington Misick, en un comunicado desde Londres, donde asistía al funeral de la reina Isabel II. “Por lo tanto deben tomar todas las precauciones para garantizar su seguridad”.
Misick tenía previsto regresar a casa el jueves.
El centro de Fiona se encontraba 30 kilómetros (20 millas) al sureste de la Isla Gran Turca en la madrugada del martes. Sus vientos máximos sostenidos eran de 185 kilómetros (115 millas) por hora y se desplazaba hacia el norte-noroeste a 17 kilómetros (10 millas) por hora.
La tormenta seguía dejando lluvias abundantes sobre República Dominicana y Puerto Rico, donde un hombre de 58 años murió tras verse arrastrado por un río en la localidad central de montaña de Comerío, según la policía.
Otra muerte se asoció al apagón. Un hombre de 70 años murió quemado cuando intentaba llenar el generador de gasolina mientras estaba en marcha, según las autoridades.

En discursos y declaraciones antes de que comenzara la reunión de mandatarios el martes, el secretario general, António Guterres, señaló la “inmensa” tarea de no sólo salvar el planeta, “que está literalmente en llamas”, sino también de lidiar con la persistente pandemia del COVID-19. También mencionó “una falta de acceso a financiamiento para que los países en desarrollo se recuperen, una crisis que no se ha visto en una generación” que ha supuesto un retroceso en educación, salud y derechos de las mujeres.
Guterres ofrecerá el martes su discurso sobre el “estado del mundo” en la apertura de la cumbre anual, indicó el vocero de la ONU Stephane Dujarric. Será una “llamada de atención solemne, sólida y centrada en las soluciones” para un mundo “donde las divisiones geopolíticas nos ponen a todos en peligro”.
“Su discurso será sin miramientos, pero señalará los motivos para la esperanza”, dijo Dujarric a la prensa el lunes.
La 77ma Asamblea General de líderes mundiales se celebra a la sombra de la primera gran guerra en Europa desde la II Guerra Mundial, el conflicto entre Rusia y Ucrania, que ha desencadenado una crisis alimentaria global y abierto fracturas entre las grandes potencias a una escala inédita desde la Guerra Fría.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, había alertado de posibles ataques contra infraestructura crucial ucraniana después de que sus fuerzas sufrieran humillantes derrotas en el campo de batalla.
El misil cayó apenas a 300 metros (yardas) de la planta de Pivdennoukrainsk, también conocida como Central Nuclear de Ucrania Sur, indicó Energoatom, que gestiona las centrales nucleares ucranianas.
Imágenes en blanco y negro grabadas por una cámara de seguridad y publicadas por el Ministerio ucraniano de Defensa mostraban dos grandes bolas de fuego que estallaban en sucesión en la oscuridad, y a continuación una lluvia de chispas. La hora en el video marcaba que pasaban 19 minutos de la medianoche.
El Ministerio y Energoatom describieron el ataque como un acto de “terrorismo nuclear”. El Ministerio ruso de Defensa no hizo comentarios sobre el ataque en un primer momento.
Se trata de la segunda central nuclear más grande de Ucrania después de la de Zaporiyia, que ha sufrido reiterados ataques. Sus reactores son del mismo diseño.

No se reportaron muertes, aunque las autoridades dijeron que era demasiado pronto como para valorar el alcance de los daños de una tormenta que aún dejaría lluvias torrenciales en todo Puerto Rico el lunes.
Las previsiones eran de hasta 76 centímetros (30 pulgadas) de agua el sur de la isla.
“Es importante que la gente comprenda que esto no ha terminado”, dijo Ernesto Morales, meteorólogo del Servicio Nacional de Meteorología en San Juan.
Las inundaciones habían alcanzado “niveles históricos”, señaló, y las autoridades evacuaban o rescataban a cientos de personas en toda la isla.
“Los daños que estamos viendo son catastróficos”, dijo el gobernador, Pedro Pierluisi.
Antes del amanecer del lunes, funcionarios recorrían en bote las calles inundadas de la localidad norteña de Catano, en la costa, y empleaban un megáfono para alertar a los vecinos de que las bombas habían dejado de funcionar e instarles a evacuar lo antes posible.
Un torrente marrón fluía por las calles, en las casas e incluso por una pista de aeropuerto en el sur de Puerto Rico.

Francisco habló detalladamente sobre la guerra en Ucrania y la necesidad de paz durante una conferencia de prensa mientras viajaba a casa desde Kazajistán. Francisco había visitado la antigua república soviética para participar en una conferencia de paz interreligiosa que, en su comunicado final, pidió a todos los líderes políticos que detengan el conflicto y el derramamiento de sangre “en todos los rincones de nuestro mundo.”
Francisco lleva tiempo pregonando la necesidad del diálogo, incluso con antagonistas y países hostiles a la Iglesia católica. Ratificó esa política en sus comentarios sobre Rusia, China e incluso Nicaragua, donde el gobierno ha reprimido a la iglesia.
“No excluyo el diálogo con ninguna potencia, que esté en guerra, sea el agresor”, dijo Francisco. “Apesta, pero hay que hacerlo. Siempre un paso adelante, una mano tendida, ¡siempre! Porque, de lo contrario, cerramos la única puerta razonable para la paz”.
En este sentido, Francisco esperaba que su viaje a Nursultán, en Kazajistán, le diera la oportunidad de reunirse con el líder de la Iglesia ortodoxa rusa, que ha justificado la guerra del Kremlin en Ucrania por motivos espirituales e ideológicos. El patriarca Cirilo se retiró de la conferencia el mes pasado, pero su enviado que asistió dijo que era posible otra reunión entre los dos líderes religiosos mundiales, aunque tendría que prepararse con mucha antelación.