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La Organización Meteorológica Mundial presentó el martes más evidencias de lo que los científicos ya saben — que la Tierra se está calentando — pero esta vez revisó la tendencia durante un periodo más largo para su último reporte sobre el Estado Decenal del Clima.
“Cada década desde de la 1990 ha sido más cálida que la anterior y no vemos indicios inmediatos de que esta tendencia vaya a invertirse”, apuntó el secretario general de la agencia, Petteri Taalas. “Estamos perdiendo la carrera para salvar nuestros glaciares y capas de hielo de derretirse”.
El calentamiento de los océanos y el deshielo de las capas de hielo han hecho que el ritmo al que aumenta el nivel del mar casi se haya duplicado en menos de una generación, agregó. Según la OMM, esto es un mal augurio para los países y regiones costeras.
Los expertos están divididos acerca de uno de los parámetros más importantes: el ritmo de calentamiento.
James Hansen, un excientífico de la NASA apodado el “padrino” del calentamiento global por sus tempranas advertencias, indicó que el ritmo ha aumentado. El climatólogo de la Universidad de Pensilvania Michael Mann, por su parte, alegó que se ha incrementado de forma constante desde 1990, pero no se está acelerando.
“Tanto la superficie del planeta como los océanos siguen calentándose a un ritmo constante, no acelerado, lo que ya es bastante malo”, explicó Mann en un correo electrónico advirtiendo que ese calentamiento está alimentando fenómenos meteorológicos extremos cada vez más peligrosos, inundaciones costeras y muchas otras consecuencias “desastrosas”.
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Presionado por Estados Unidos para evitar más muertes masivas, Israel sostiene que está siendo más preciso a medida que amplía su ofensiva hacia el sur de la Franja, tras arrasar gran parte del norte. Los bombardeos aéreos y la ofensiva terrestre han sacado a tres cuartas partes de sus 2,3 millón de habitantes de sus hogares.
En el hospital Nasser de Jan Yunis, las ambulancias llevaron a docenas de heridos durante la noche. En un momento dado llegó un auto del que se salió un hombre cargando con un niño, tenía la camisa ensangrentada y le habían volado una mano.
“Lo que está ocurriendo aquí es inimaginable”, dijo Hamza al-Bursh, quien vive en Maan, uno de los barrios de dentro y fuera de la ciudad que Israel ordenó evacuar. “Atacan de forma indiscriminada”.
Según los residentes, las tropas habían avanzado tras los intensos ataques aéreos sobre Bani Suheila, una localidad justo a las afueras de Jan Yunis. Halima Abdel-Rahman, quien llegó allí al principio de la guerra tras dejar su casa en Beit Lahiya, en el norte, señaló que oyeron explosiones durante toda la noche.
“Están muy cerca”, aseguró. “Es el mismo escenario que vimos en el norte”.
Imágenes satelitales tomadas el domingo mostraron alrededor de 150 tanques israelíes, vehículos blindados para el transporte de tropas y otros autos a menos de 6 kilómetros (3,7 millas) al norte del centro de Jan Yunis. El ejército no respondió a un pedido de comentarios y rara vez publicita sus movimientos de tropas.
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La ofensiva ampliada tras el derrumbe de un cese el fuego que duró una semana pretendía eliminar a Hamás, que gobierna Gaza y cuyo ataque del 7 de octubre a Israel desencadenó la peor violencia en décadas entre israelíes y palestinos. La guerra ya ha matado a miles de palestinos y desplazado a tres cuartas partes de los 2,3 millones de palestinos que viven en el territorio, y que se están quedando sin lugares seguros a los que ir.
Israel, que ya enfrenta una creciente presión de su principal aliado, Estados Unidos, parecía apresurarse para asestar un golpe de muerte a Hamás —si es que eso era posible, dadas las arraigadas raíces del grupo en la sociedad palestina— antes de otro cese el fuego. Pero los costes de los combates, que según autoridades de salud han matado a cientos de civiles desde que terminó la tregua el viernes, incrementaban la presión para que volviera a la mesa de negociaciones.
La campaña también podría dejar inhabitables aún más zonas del aislado enclave.
La ofensiva terrestre ha convertido buena parte del norte, incluida gran parte de Ciudad de Gaza, en un paraje desolado lleno de escombros. Cientos de miles de personas han buscado cobijo en el sur, que podría sufrir el mismo destino, y tanto Israel como la vecina Egipto se han negado a aceptar refugiados.
Los residentes dijeron haber oído ataques aéreos y explosiones en Jan Yunis y sus alrededores durante la noche y el lunes por la mañana, después de que el ejército dejara caer panfletos que advertían a la gente que se trasladara más al sur, hacia la frontera con Egipto. En una publicación en árabe en redes sociales, el ejército volvió a ordenar el lunes que se evacuaran casi dos docenas de vecindarios en Jan Yunis y sus alrededores.
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Guyana considera que el referendo es un paso hacia la anexión y que la votación tiene nerviosos a sus habitantes.
En la consulta se preguntaba a los venezolanos si apoyaban el establecimiento de un nuevo estado en el territorio en disputa, conocido como Esequibo, en el cual Venezuela otorgará ciudadanía a los residentes actuales y futuros, rechazando a la jurisdicción del máximo tribunal de Naciones Unidas para resolver el desacuerdo entre los dos países sudamericanos.
No está claro cómo pretenden las autoridades venezolanas concretar la idea de ejercer jurisdicción sobre ese territorio una vez lo declare parte de Venezuela, actualmente conformada por 23 estados y un distrito capital.
Pese a que en los comicios la concurrencia de electores pareció muy escasa, Elvis Amoroso, presidente de la directiva del Consejo Nacional Electoral (CNE), indicó que en los comicios se escrutaron 10,554.320 votos, sin contar aquellos que fueron emitidos durante una prórroga de dos horas de la votación.
Fue “una evidente y abrumadora victoria del Sí”, añadió Amoroso, un exlegislador oficialista y cercano colaborador de Maduro. Amoroso no explicó si ese número de votos es reflejo del número de electores o responde a la contabilidad de cinco votos por persona, en correlación con el número de preguntas, que en su totalidad fueron aprobadas con más del 95% de los votos.
Leer más: Venezolanos aprueban referendo para reclamar soberanía de territorio en disputa con Guyana
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“Lo que yo quería en ese momento era algo mejor para mi vida”, explica vía telefónica a The Associated Press Luis, quien prefiere que sólo se utilice su nombre de pila por miedo a ser recapturado.
Cuando llegó su turno, la encargada de los trámites ojeó sus papeles y le dijo que un agente de la Policía Nacional Civil lo revisaría porque tenía un delito. Luis se quedó pasmado. Pero negar la acusación una y otra vez fue inútil, recuerda, porque “para ese entonces no había derechos para las personas”.
Fue detenido a finales de abril de 2022. Un mes antes, el gobierno del presidente Nayib Bukele había decretado un régimen de excepción para aniquilar a las pandillas Mara Salvatrucha (MS-13) y las dos facciones del Barrio 18, Sureños y Revolucionarios que suspende derechos fundamentales como el de tener acceso a un abogado o el de ser informado de los motivos de una detención.
Luis fue acusado del delito de pertenecer a agrupación ilícita y en menos de 24 horas estaba encerrado en el penal La Esperanza, conocido como Mariona, el más grande de San Salvador.
Durante los once meses en que perdió su libertad, Luis tuvo en repetidas ocasiones miedo a morir. También desarrolló diabetes y encontró en la fe un pilar para mantenerse firme y no caer en pensamientos suicidas.
Con es régimen de excepción, vigente aún después de más de un año y medio, han sido encarceladas más de 72.000 personas, según cifras oficiales.
De éstas, más de 7.000 han sido liberadas después porque nunca pudieron presentar pruebas contra ellos para ser procesados penalmente, de acuerdo con lo que informó el ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Villatoro, en agosto.